sábado, 8 de abril de 2017

DÍA INTERNACIONAL DE REFLEXIÓN SOBRE EL GENOCIDIO COMETIDO EN RWANDA

Por Armando Maya Castro

Ayer viernes fue un día reflexivo para Rwanda y todos los países, personas y grupos humanos interesados en evitar la repetición de genocidios como el que tuvo lugar hace veintitrés años en ese pequeño país de África Central.   

La resolución A/RES/58/234, aprobada por la Asamblea General el 23 de diciembre de 2003, declara el 7 de abril de 2004 Día Internacional de Reflexión sobre el genocidio cometido en Rwanda. 

A través de la citada resolución, la Asamblea General, “guiada por la Carta de las Naciones Unidas y la Declaración Universal de Derechos Humanos”, hace un llamado a la comunidad internacional, y “alienta a todos los Estados Miembros, las organizaciones del sistema de las Naciones Unidas y otras organizaciones internacionales competentes, así como a las organizaciones de la sociedad civil, a que observen el Día Internacional con actos y actividades especiales en memoria de las víctimas del genocidio cometido en Rwanda”. 

Asimismo, “hace un llamamiento a todos los Estados para que actúen de conformidad con la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio, a fin de que no vuelvan a repetirse acontecimientos como los ocurridos en Rwanda en 1994”. 

Este 7 de abril, durante la ceremonia de tributo a las víctimas del genocidio ruandés, el secretario general de la ONU, António Manuel de Oliveira Guterres, señaló que el mejor homenaje a las víctimas “es garantizar que crímenes tan monstruosos no vuelvan a ocurrir jamás”. En su mensaje señaló también que “prevenir los genocidios constituye una responsabilidad compartida y un deber central de la organización”. 

Es triste señalar que los esfuerzos orientados a hacer justicia a las víctimas del genocidio no han sido totalmente satisfactorios. Sin embargo, es obligado reconocer que se han logrado varias cosas, entre ellas el encarcelamiento de varios genocidas, aunque no de todos. Lo digo teniendo como base una nota de El País de España, publicada el pasado 6 de abril, la cual señala que "varias decenas de los ‘principales genocidas’ ruandeses viven en Europa, en particular en Francia, a menudo con total impunidad y sin ser molestados por la justicia".

Otro logro es que el papa Francisco haya admitido, finalmente, "los pecados y faltas de la iglesia y de sus miembros, entre ellos sacerdotes, religiosos y religiosas, que cedieron al odio y a la violencia, traicionando su misión evangélica", esto durante el genocidio que dejó en la República de Ruanda más de 800 mil muertos. 

Concluyo mi columna señalando que el “mea culpa” papal, así como la súplica de perdón de los obispos ruandeses, en noviembre de 2016, no puede considerarse un acto de justicia, menos si se sabe que varios clérigos presuntamente genocidas están en completa libertad, mientras que otros fueron defendidos en su momento por el papa Juan Pablo II, quien al ponerse del lado de los incriminados, dio la espalda a las víctimas del genocidio ruandés. 

Twitter: @armayacastro


Publicado en El Occidental


jueves, 6 de abril de 2017

A 91 AÑOS DEL INICIO DE LA RESTAURACIÓN

Por Armando Maya Castro
El Apóstol de Jesucristo cumple las actividades correspondientes a la décima etapa de su Gira Apostólica Universal (Foto: Berea Internacional).

El pasado 8 de diciembre se cumplieron dos años del llamamiento del Maestro Naasón Joaquín García al Apostolado, un ministerio que recibió no de hombres ni por hombre, sino por Jesucristo y por Dios el Padre, quien lo apartó para el Evangelio desde antes de la fundación del mundo.

Ese inolvidable día, Dios hizo a su Ungido una promesa de crecimiento sin parangón en la historia de La Luz del Mundo, una Iglesia que, en su gloriosa etapa de restauración, cumple este 6 de abril 91 años de presencia activa sobre la faz de la tierra, con un crecimiento espiritual, material y social que goza del reconocimiento de propios y extraños, lo mismo dentro que fuera del país.

Los artífices principales del progreso que la Iglesia de Cristo ha experimentado en estos 91 años son los apóstoles Aarón, Samuel y Naasón Joaquín, hombres a los que Dios eligió para el Apostolado desde antes de la existencia del tiempo, el espacio y la materia. 

Los éxitos y conquistas sin precedente en los últimos dos años de la Iglesia en su etapa de restauración, son resultado no sólo de la promesa divina, sino de la forma en que el Ungido de Dios ha interpretado las palabras que Dios le expresara en su llamamiento: “Naasón, ¡tú estarás al frente de este grande pueblo, y si hoy lo ves grande, yo lo voy a multiplicar aún mucho más!”. 

El Apóstol Naasón Joaquín sabe perfectamente bien que la promesa divina es digna de total confianza, por la fidelidad que caracteriza al que prometió. Sin embargo él, en vez de cruzarse de brazos a esperar que la promesa de Dios se cumpla por sí sola, se dedica de tiempo completo a la predicación del Evangelio, buscando en todas partes las almas que han sido predestinadas por Dios para salvación y vida eterna. 

Su forma de celebrar acontecimientos como el llamamiento del hermano Aarón Joaquín González al Apostolado, que tuvo lugar el 6 de abril de 1926 en la ciudad de Monterrey, Nuevo León, no es con nostalgia ni con la recurrencia al pasado, sino con trabajo, acción y predicación, dando a conocer a las almas sin Dios y sin esperanza el mensaje de la salvación espiritual, confirmando la fe de los creyentes y brindando consuelo a los afligidos por diversas pruebas.

Esto es lo que hace justamente el Siervo de Dios en la décima etapa de su gira apostólica universal, jornada de trabajo que comprende la visita apostólica a varias iglesias del Bajío Mexicano, una región que, como las demás regiones del país, ha experimentado un importante crecimiento espiritual en la presente administración apostólica.  

La grandeza de espíritu de los tres apóstoles de la Restauración, sus  incuestionable virtudes y el admirable trabajo que cada uno de ellos llevó a cabo en su tiempo, han logrado que esta comunidad tenga presencia y raigambre en 55 países de África, América, Asia, Europa y Oceanía, continentes donde la Iglesia La Luz del Mundo es conocida y reconocida, no sólo por lo que ha predicado en estos 91 años, sino también por lo que ha hecho en estas nueve décadas.

Twitter: @armayacastro

martes, 4 de abril de 2017

FALTA DE APLICACIÓN DE LA LEY, UN MAL QUE FOMENTA LA IMPUNIDAD

Por Armando Maya Castro
La persistente intolerancia religiosa sigue afectando a las minorías religiosas establecidas en México (Foto: NVI Noticias)

Para Eliseo López Estrada, teólogo de la iglesia Presbiteriana, el encarcelamiento de 10 Testigos de Jehová el pasado 8 de marzo en la región del Istmo de Tehuantepec, específicamente en Pueblo Viejo, agencia de San Francisco del Mar, es un acto de discriminación religiosa, producido por “el solo hecho de pensar diferente a los integrantes de esa comunidad”. 

Este y otros actos de discriminación e intolerancia religiosa en dicha región, así como los que tienen lugar en otras comunidades de Oaxaca y Chiapas, se producen no porque carezcamos de leyes orientadas a poner fin a la violencia religiosa, sino porque en México siguen existiendo personas y grupos que se niegan a aceptar que somos un país religiosamente plural. 

Las leyes de México son claras al respecto, como lo veremos a continuación. Comenzaré mencionando la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público, reglamentaria de las disposiciones de la Constitución General de la República en materia de asociaciones, agrupaciones religiosas, iglesias y culto público, misma que establece en su artículo segundo, fracción A, que el Estado Mexicano garantiza en favor del individuo el siguiente derecho: “Tener o adoptar la creencia religiosa que más le agrade y practicar, en forma individual o colectiva, los actos de culto o ritos de su preferencia”. 

Lamentablemente, a pesar de nuestra Carta Magna y del anterior ordenamiento jurídico, en varios estados de la República Mexicana prevalece aún la “cultura” de la intolerancia sobre la libertad de creencias y de culto. Prueba de lo anterior es lo que ocurre en varios estados del país, donde el acoso arbitrario contra los diversos grupos evangélicos es el pan nuestro de cada día. 

El problema es que, para los autores de estos deplorables atropellos, la legislación nacional e internacional que salvaguarda los derechos religiosos de los seres humanos es sólo letra muerta, lo que me permite asegurar que la libertad religiosa en México es sólo una aspiración, no una realidad. Si esta libertad fundamental fuera plena en nuestro país, a estas alturas tendríamos que estar elogiando el respeto a la diversidad, en lugar de estar censurando los indignantes casos de intolerancia religiosa que tienen lugar en varias entidades de la República. 

En columnas anteriores lo he dicho, y el día de hoy lo repito: el problema no son únicamente las personas y grupos intolerantes que abundan a lo largo y ancho de México, sino la falta de aplicación de la ley por parte de nuestras autoridades de gobierno, un mal que, aparte de fomentar la impunidad, alienta a los enemigos de la libertad religiosa a seguir por el sendero de los atropellos y abusos en agravio de las minorías religiosas. 

Tengo bastante claro que la intolerancia religiosa se halla presente no sólo en México sino en varias naciones y credos del mundo. Sin embargo, nuestro deber es preocuparnos y ocuparnos de lo que ocurre en México, donde los casos de intolerancia religiosa son generados por las prácticas fanáticas de personas y grupos que aspiran al México confesional del pasado, en el que una sola religión dominaba a diestra y siniestra. 

Eran los años anteriores a Benito Juárez y los hombres de la Reforma, en el que las demás iglesias no tenían derecho a existir, mucho menos a realizar proselitismo para difundir entre la población sus convicciones religiosas. 

Twitter: @armayacastro