martes, 14 de marzo de 2017

LA TORTURA, DE LA INQUISICIÓN A NUESTROS DÍAS

Por Armando Maya Castro
El potro, uno de los instrumentos de tortura más utilizados en la vigencia de la Inquisición, cayo en desuso. Sin embargo, la tortura sigue siendo una práctica utilizada por las corporaciones policíacas de varios países, México entre ellos.

Mediante un comunicado de prensa, el Sistema Universitario Jesuita instó a la Cámara de Diputados a “aprobar prontamente” la Ley General para Prevenir, Investigar y Sancionar la Tortura, toda vez que la práctica se ha convertido en un problema de carácter generalizado. 

Tras señalar que “el proyecto aprobado por el Senado a finales de abril de 2016 sentó bases sólidas para la continuación de los trabajos en la Cámara de Diputados, los jesuitas señalan: “Nos preocupa que frente a la gravedad del problema, la agenda legislativa esté centrada en un proyecto de Ley de Seguridad Interior que, lejos de mejorar la situación de los derechos humanos en México, incluyendo en materia de tortura, podría profundizar los graves efectos de la militarización del país”.  

Los solicitantes piden a los diputados federales “ceñirse a las recomendaciones” que hizo el relator especial sobre tortura en el informe de seguimiento que realizó hace dos años, donde se señala que “no ha cambiado” la situación sobre esa práctica.

Los jesuitas se refieren a las recomendaciones puntuales de Juan Méndez, relator especial de Naciones Unidas sobre la tortura y otros tratos o penas crueles, que en abril de 2014 realizó una visita oficial a México con el propósito de disminuir los índices de tortura policiaca existentes en varios estados de la República mexicana.

En marzo de 2015, basado en la investigación que realizó en su estancia en México, el relator especial presentó ante el pleno del Consejo de Derechos Humanos de la ONU su informe sobre la tortura. En él afirma que la tortura en México es una práctica generalizada, lo que causó malestar en el gobierno que encabeza el presidente Enrique Peña Nieto.

Al gobierno de Peña Nieto le desagradó que Juan Méndez haya dicho que en nuestro país la tortura “ocurre especialmente desde la detención y hasta la puesta a disposición de la justicia, y con fines de castigo e investigación”, algo que negó al señalar a través de Jorge Lomónaco Tonda lo siguiente: “No puedo más que reiterar que no podemos compartir la observación de que la tortura es generalizada en el país, porque no corresponde con la realidad”. En ese tiempo, Lomónaco, representante permanente de México ante los Organismos Internacionales con sede en Ginebra, reiteró el compromiso del gobierno mexicano para prevenir, erradicar y sancionar la tortura, al tiempo de pedir a los relatores especiales de la ONU sustentar sus informes en “la realidad objetiva e incluyendo todos los puntos de vista”. 

Me parece interesante que el llamado a la Cámara de Diputados lo hayan hecho los jesuitas, una orden religiosa con una tradición en el campo de la educación,  pero que pertenece a la Iglesia católica, quien llegó a utilizar la tortura en la vigencia de la inquisición, instituida en 1231 a través de los estatutos “Excommunicamus” del papa Gregorio IX, con el propósito de reprimir la herejía, o lo que la Iglesia romana “etiquetaba” como tal. 

El papa Inocencio IV le imprimió a la inquisición un carácter más diabólico. El 15 de mayo de 1252, a través de la bula “Ad extirpanda”, autorizó el uso de la tortura en los interrogatorios inquisitoriales, legalizando así la tortura física que, aunque ya se practicaba en otros tribunales, era considerada ilegal y “ajena a la práctica canónica”, señala el escritor Samuel Vila.

En su obra “Estudios sobre la Inquisición”, José Antonio Escudero señala que la inquisición española hizo uso de tres procedimientos de tortura: la garrucha, la toca y el potro. De la garrucha dice: "consistía en sujetar a la víctima los brazos detrás de la espalda, alzándose desde el suelo con una soga atada a las muñecas, mientras de los pies pendían las pesas". Sobre la toca explica: "...el reo era subido a una especie de escalera, para luego doblarle sobre sí mismo con la cabeza más baja que los pies. Situado así, se le inmovilizaba la cabeza para introducirle por la boca una toca o venda de lino, a la que fluía agua de una jarra con capacidad para algo más de un litro. La víctima sufría la consiguiente sensación de ahogo, mientras de vez en cuando le era retirada la toca para conminarle a confesar". 

Finalmente Escudero se refiere al potro, “instrumento al que era atada la víctima. Con la cuerda de su cuerpo y en las extremidades, el verdugo daba vueltas a un dispositivo que progresivamente la ceñía, mientras el reo era advertido de que, de no decir la verdad, proseguiría el tormento dando otra o varias vueltas más”. 

Esperemos que el llamado de la ONU haga eco en la Cámara de Diputados, y que nuestros legisladores empiecen a hacer lo necesario para erradicar los actos de tortura que algunas corporaciones policíacas practican en sus interrogatorios, violentando así los derechos humanos de las personas que son sometidas a tortura u otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes.

Twitter: @armayacastro

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