jueves, 1 de diciembre de 2016

¿Y LA CERO TOLERANCIA HACIA LOS CURAS PEDERASTAS?

Por Armando Maya Castro
Mucho se ha hablado de las medidas que Jorge Mario Bergoglio ha implementado para erradicar la pederastia clerical; sin embargo, los casos de abuso sexual perpetrados por curas católicos siguen apareciendo en todas partes, hasta en Argentina, la tierra natal del papa Francisco

Enérgica ha sido la condena de la sociedad argentina ante los inconfesables casos de pederastia perpetrados por curas católicos en el Instituto Antonio Próvolo, ubicado en la ciudad de Luján de Cuyo (Mendoza). Esta institución educativa, subsidiada por el Estado Provincial, y dedicada a proporcionar aprendizaje a los niños con discapacidad auditiva y con trastornos del lenguaje, está en la mira de los medios nacionales e internacionales, cuyas investigaciones a partir de la denuncia han contribuido a que conozcamos más sobre estos lamentables hechos. 

Hasta este momento se sabe que fueron dos los sacerdotes que atacaron sexualmente a por lo menos doce niños sordomudos de la escuela en comento: Nicolás Corradi, de 82 años, y Horacio Corbacho, de 55. Sin embargo siguen abiertas las investigaciones y, con ello, la posibilidad de que aparezcan más victimarios, que pueden ser curas o personal de la escuela no perteneciente al estado religioso. 

Menciono esto último porque, aparte de los curas pederastas, ya están bajo arresto tres personas que realizaban “tareas administrativas y de limpieza en la institución”. Uno de ellos es José Luis Ojeda, un joven discapacitado que laboraba en el colegio. Las identidades de los otros dos no han sido reveladas, sólo se sabe que uno de ellos era monaguillo y tenía en el colegio un cargo administrativo.

Aparte de éstos, las víctimas han señalado a otros involucrados, entre ellos las monjas de la institución, quienes participaban de los abusos viendo cuando los pequeños eran obligados a tener sexo oral, publica La Jornada Online.

El fiscal Fabricio Sidoti, a cargo de la investigación, "cree que pueden ser muchas más las víctimas, cerca de 60, de acuerdo a los testimonios recabados", señala una nota publicada por Clarín. El tamaño del caso hizo que Alejandro Gullé, Procurador de la Corte de Mendoza, adelantara que “podría sumar otro fiscal para que complete el trabajo de Sidoti, puesto que a causa ya tiene un cuerpo de 250 fojas con declaraciones”.  

Sobre el número de víctimas, Guille dijo: “Estamos recibiendo una gran cantidad de denuncias, como cascada, estamos impresionados por la cantidad de gente que conocía este caso”. Y añadió: “La gente se está animando a dar su testimonio, la mayoría de los testimonios que estamos recibiendo son de chicos menores de edad y que datan de algunos años atrás”.

Lo más grave del caso es que la Iglesia católica sabía de los peligrosos antecedentes del italiano Corradi, quien “arribo a Argentina a mediados de la década de 1980, en un traslado ordenado por la Iglesia católica luego de que se lo vinculara a un caso de abusos sexuales en Verona”. Sobre su envío a Mendoza, Izquierda Diario señala que recibió esta ciudad como destino, “luego de sellar un claro pacto de silencio con la iglesia católica”. 

Estará de acuerdo conmigo, estimado lector, que no se trata de un asunto menor, sino de un caso indignante y altamente preocupante. Y lo digo no sólo porque estamos ante un lamentable caso de encubrimiento eclesial, sino porque estos abusos sexuales se producen en Argentina, la tierra del papa Francisco, quien prometió al inicio de su pontificado cero tolerancia hacia los curas pederastas. 

Los abusos registrados en el Instituto Antonio Próvolo nos permitirán ver si la Iglesia católica está a la altura de las exigencias de justicia y de no impunidad, o si Peter Saunders, miembro de la comisión del Vaticano contra la pederastia, tuvo razón al señalar –en febrero del presente año– que el papa Francisco “no ha hecho nada para terminar con los abusos a niños por parte del clero”. 

Twitter: @armayacastro