martes, 25 de octubre de 2016

DEL CONCEPTO DE TOLERANCIA A LA CULTURA DE RESPETO (Primera parte).

Por Armando Maya Castro

Un llamado a transitar de la tolerancia al respeto (Foto UniradioInforma.com)

El pasado viernes 21 de octubre participé como ponente en el Foro de Análisis Académico por la Defensa del Estado Laico, organizado por Baja California Laica, quien fomenta una cultura de respeto al Estado laico, el único régimen jurídico que, aparte de limitar el poder eclesial, garantiza la libertad de conciencia, combate la discriminación, brinda un trato igualitario a las iglesias y garantiza el ejercicio de nuestras libertades fundamentales. 

Comparto mi ponencia en dicho Foro, efectuado en el Teatro Rubén Vizcaíno de la Universidad Autónoma de Baja California (UABC), en la fronteriza ciudad de Tijuana, en donde hicieron acto de presencia, entre otros, el Foro Intereclesiástico Mexicano, República Laica, rectores de universidades, académicos, estudiantes y miembros de logias masónicas. Aquí mi participación:  

En nuestro tiempo, la discriminación en general es un problema que sigue afectando a la sociedad mundial. En 1995, la UNESCO se manifestó alarmada ante “la intensificación actual de los actos de intolerancia, violencia, terrorismo, xenofobia, nacionalismo agresivo, racismo, antisemitismo, exclusión, marginación y discriminación perpetrados contra minorías nacionales, étnicas, religiosas y lingüísticas, refugiados, trabajadores migrantes, inmigrantes y grupos vulnerables de la sociedad...”. De 1995 a la fecha, el problema, por desgracia, se ha agravado.

El caso de México no es la excepción. La discriminación en nuestro país sigue siendo uno de los problemas más graves, y está presente en muchas facetas y escenarios de la vida cotidiana. En materia de discriminación las cosas no estarán bien mientras haya quienes crean que existen personas y grupos más valiosos que otros.

Las personas y grupos que convergemos en este foro estamos plenamente convencidos de que no podemos seguir pidiendo tolerancia para los diferentes, sino respeto, es decir, el pleno reconocimiento a nuestros derechos.

¿Por qué respeto? Porque es el único valor que puede suprimir del todo la discriminación, el flagelo histórico causante de innumerables males, no sólo en México sino en todos los países del mundo. La necesidad de respeto a la diversidad nos lleva a señalar en este Foro la urgente necesidad de transitar de la tolerancia al respeto, entendido este último como la valoración o estimación de la diversidad. 

"Tolerancia" es, en general, atribuida a la raíz del latín “tolerantia-ae”, y hace referencia a la aceptación de alguna situación con cierta resistencia. En el mismo sentido, “tolerare” viene a significar sostener, aguantar o resistir. También significa llevar una carga o sobrellevar una pena o sufrimiento. Se relaciona entonces con la tolerancia en cuanto que lo tolerado es siempre algo malo que se debe soportar.

No obstante, al mencionar la tolerancia en el contexto actual, se intenta representar inmerso el concepto del respeto, teniendo éste su propia valoración etimológica: “respectus” (atención o consideración), que en un sentido más amplio persuade a mirar hacia atrás a fin de lograr apreciar o reconocer a un ser humano, una acción, una cosa o, en su caso, un pensamiento.

Este Foro nos brinda la oportunidad de reflexionar, entre otras cosas, en lo siguiente: el término “tolerancia", el cual lleva décadas plasmado en los tratados internacionales protectores de los Derechos Humanos, no ha logrado producir la cultura de respeto que se necesita en México y en el mundo.

Para comprender el trayecto que debe darse de la tolerancia al respeto, es necesario analizar la evolución histórica de la primera. En el año 311, el emperador Galerio emitió el Edicto de Tolerancia de Nicomedia, reconociendo en su corta duración la existencia legal de los cristianos, pero sin acabar con la persecución. Se proclamó luego el Edicto de Milán del año 313, conocido también como “La Tolerancia del Cristianismo”. A través de éste, Constantino I y Licinio concedieron a los habitantes del imperio licencia de seguir o elegir la religión cristiana.

Para 1598, en el marco de las guerras de religión, fue publicado el Edicto de Nantes, firmado por el rey Enrique IV de Francia. Este edicto se promulgó años después de la "Matanza de San Bartolomé", que acabó con la vida de miles de personas en París y varias ciudades de Francia. En la vigencia de este edicto se concedió tolerancia a los protestantes, es decir la posibilidad de ejercer su propio culto, pero en condiciones restrictivas, obligándolos a respetar las fiestas del catolicismo, que siguió siendo religión del Estado, y limitando el ejercicio del culto protestante a determinadas regiones. Exhibía así la tolerancia su debilidad e ineficacia.

Tras conocer el contenido del edicto, el papa Clemente VIII expresó sin un mínimo de respeto: “Un edicto que permite la libertad de conciencia, (es) la cosa peor del mundo”.

En la lucha contra la discriminación se han incrementado tratados, acuerdos, documentos, manifiestos y demás textos políticos y jurídicos, en los que se señala a la tolerancia como un ideal a alcanzar por las naciones, los organismos nacionales e internacionales, las academias e incluso las organizaciones religiosas. No obstante el esfuerzo que se realiza para fomentarla, siguen presentándose todos los días atropellos a los derechos humanos y vacíos sociales altamente preocupantes. Continuará. 


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