sábado, 29 de octubre de 2016

LUTERO: AYER UN HEREJE; HOY, CASI UN SANTO

Por Armando Maya Castro
El papa y la imagen de Martín Lutero

El papa Francisco ha sido invitado a Suecia por la Federación Luterana Mundial al homenaje en honor de Martín Lutero, autor de las 95 tesis que clavó el 31 de octubre de 1517 en las puertas de la templo del palacio de Wittenberg.

Iniciaba así la reforma protestante, un movimiento que pretendía, esencialmente, "una radical transformación en la Iglesia católica para liberarla de los vicios y corruptelas que padecía en razón de que la mayoría de los clérigos de alta jerarquía abusaban de sus prerrogativas y del enorme poder ideológico y económico acumulado por la Iglesia durante varios siglos", señala Gloria M. Delgado de Cantú.

En 1510, Lutero realizó un viaje a Roma a la que saludó con un "Salve, santa Roma", al contemplarla de lejos. En la cuna del catolicismo, el monje alemán presenció "tantos escándalos que a partir de aquel día formé la resolución de trabajar toda mi vida para arruinar el papado y reformar los abusos que habían sido introducidos en la religión por sacerdotes codiciosos o por pontífices infames", señaló tiempo después el propio Lutero (Mauricio de la Chàtre, Historia de los papas y los reyes, Tomo III, Barcelona, Clie, 1993, p. 256).

Ese afán de transformación, que hoy reconoce el argentino Jorge Mario Bergoglio, impulsó a Lutero a publicar, en 1517, sus famosas 95 tesis. La número 27 hacía referencia al mercantilismo de la Iglesia romana en los siguientes términos: "Mera doctrina humana predican aquellos que aseveran que tan pronto suena la moneda que se echa en la caja, el alma sale volando".

La anterior tesis aludía al convenenciero discurso del monje Juan Tetzel, quien a la hora de vender las cartas de indulgencia en Wittenberg, decía: "¿Quién vacilará en adquirir por un cuarto de florín una de estas cartas que abren el paso a nuestra alma en las celestes beatitudes del paraíso? En el mismo instante en que el dinero cae en el cofre, el alma sale volando del purgatorio" (José Grau, Catolicismo romano: orígenes y desarrollo, Tomo I, Barcelona, Ediciones Evangélicas Europeas, 1987, p. 499).

El discurso de Tetzel y sus compañeros tenía el propósito de vender el mayor número de indulgencias, para cumplir la encomienda del papa León X, a quien le urgía el dinero para concluir la suntuosa Basílica de San Pedro, cuya primera piedra había sido colocada desde el pontificado de Julio II, en 1506. Por decreto papal se concedía indulgencia plenaria a las personas que ofrecieran a la Iglesia los donativos más generosos.

Tras la publicación de las tesis, el arzobispo de Maguncia hizo del conocimiento del papa el proceder de Lutero y lo grave de la situación, ya que eran muchísimos los partidarios del monje alemán. Esto fue lo que dijo el Papa minimizando la situación: "¡Fue un alemán borracho quien las escribió! Cuando le pase la borrachera, pensará de manera distinta. Son cuestiones de teología y vale más no mezclarse en ellas".

Más tarde, Lutero negó, además de la validez de las indulgencias, la autoridad papal, el celibato, los votos monásticos, el culto a las imágenes, el purgatorio y la misa. En 1520, el papa León X lo excomulgó y lo declaró hereje. Lutero reaccionó quemando públicamente la bula de excomunión, produciéndose así la ruptura con Roma.

Hoy, quinientos años después, el papa Francisco afirma que "Lutero estuvo animado por las mejores intenciones y que su reforma fue 'una medicina para la Iglesia'". Con estas palabras, el Papa despoja a Lutero del estigma de hereje, y casi lo eleva a los altares.

Twitter: @armayacastro 


http://www.oem.com.mx/eloccidental/notas/s2781.htm


martes, 25 de octubre de 2016

DEL CONCEPTO DE TOLERANCIA A LA CULTURA DE RESPETO (Primera parte).

Por Armando Maya Castro

Un llamado a transitar de la tolerancia al respeto (Foto UniradioInforma.com)

El pasado viernes 21 de octubre participé como ponente en el Foro de Análisis Académico por la Defensa del Estado Laico, organizado por Baja California Laica, quien fomenta una cultura de respeto al Estado laico, el único régimen jurídico que, aparte de limitar el poder eclesial, garantiza la libertad de conciencia, combate la discriminación, brinda un trato igualitario a las iglesias y garantiza el ejercicio de nuestras libertades fundamentales. 

Comparto mi ponencia en dicho Foro, efectuado en el Teatro Rubén Vizcaíno de la Universidad Autónoma de Baja California (UABC), en la fronteriza ciudad de Tijuana, en donde hicieron acto de presencia, entre otros, el Foro Intereclesiástico Mexicano, República Laica, rectores de universidades, académicos, estudiantes y miembros de logias masónicas. Aquí mi participación:  

En nuestro tiempo, la discriminación en general es un problema que sigue afectando a la sociedad mundial. En 1995, la UNESCO se manifestó alarmada ante “la intensificación actual de los actos de intolerancia, violencia, terrorismo, xenofobia, nacionalismo agresivo, racismo, antisemitismo, exclusión, marginación y discriminación perpetrados contra minorías nacionales, étnicas, religiosas y lingüísticas, refugiados, trabajadores migrantes, inmigrantes y grupos vulnerables de la sociedad...”. De 1995 a la fecha, el problema, por desgracia, se ha agravado.

El caso de México no es la excepción. La discriminación en nuestro país sigue siendo uno de los problemas más graves, y está presente en muchas facetas y escenarios de la vida cotidiana. En materia de discriminación las cosas no estarán bien mientras haya quienes crean que existen personas y grupos más valiosos que otros.

Las personas y grupos que convergemos en este foro estamos plenamente convencidos de que no podemos seguir pidiendo tolerancia para los diferentes, sino respeto, es decir, el pleno reconocimiento a nuestros derechos.

¿Por qué respeto? Porque es el único valor que puede suprimir del todo la discriminación, el flagelo histórico causante de innumerables males, no sólo en México sino en todos los países del mundo. La necesidad de respeto a la diversidad nos lleva a señalar en este Foro la urgente necesidad de transitar de la tolerancia al respeto, entendido este último como la valoración o estimación de la diversidad. 

"Tolerancia" es, en general, atribuida a la raíz del latín “tolerantia-ae”, y hace referencia a la aceptación de alguna situación con cierta resistencia. En el mismo sentido, “tolerare” viene a significar sostener, aguantar o resistir. También significa llevar una carga o sobrellevar una pena o sufrimiento. Se relaciona entonces con la tolerancia en cuanto que lo tolerado es siempre algo malo que se debe soportar.

No obstante, al mencionar la tolerancia en el contexto actual, se intenta representar inmerso el concepto del respeto, teniendo éste su propia valoración etimológica: “respectus” (atención o consideración), que en un sentido más amplio persuade a mirar hacia atrás a fin de lograr apreciar o reconocer a un ser humano, una acción, una cosa o, en su caso, un pensamiento.

Este Foro nos brinda la oportunidad de reflexionar, entre otras cosas, en lo siguiente: el término “tolerancia", el cual lleva décadas plasmado en los tratados internacionales protectores de los Derechos Humanos, no ha logrado producir la cultura de respeto que se necesita en México y en el mundo.

Para comprender el trayecto que debe darse de la tolerancia al respeto, es necesario analizar la evolución histórica de la primera. En el año 311, el emperador Galerio emitió el Edicto de Tolerancia de Nicomedia, reconociendo en su corta duración la existencia legal de los cristianos, pero sin acabar con la persecución. Se proclamó luego el Edicto de Milán del año 313, conocido también como “La Tolerancia del Cristianismo”. A través de éste, Constantino I y Licinio concedieron a los habitantes del imperio licencia de seguir o elegir la religión cristiana.

Para 1598, en el marco de las guerras de religión, fue publicado el Edicto de Nantes, firmado por el rey Enrique IV de Francia. Este edicto se promulgó años después de la "Matanza de San Bartolomé", que acabó con la vida de miles de personas en París y varias ciudades de Francia. En la vigencia de este edicto se concedió tolerancia a los protestantes, es decir la posibilidad de ejercer su propio culto, pero en condiciones restrictivas, obligándolos a respetar las fiestas del catolicismo, que siguió siendo religión del Estado, y limitando el ejercicio del culto protestante a determinadas regiones. Exhibía así la tolerancia su debilidad e ineficacia.

Tras conocer el contenido del edicto, el papa Clemente VIII expresó sin un mínimo de respeto: “Un edicto que permite la libertad de conciencia, (es) la cosa peor del mundo”.

En la lucha contra la discriminación se han incrementado tratados, acuerdos, documentos, manifiestos y demás textos políticos y jurídicos, en los que se señala a la tolerancia como un ideal a alcanzar por las naciones, los organismos nacionales e internacionales, las academias e incluso las organizaciones religiosas. No obstante el esfuerzo que se realiza para fomentarla, siguen presentándose todos los días atropellos a los derechos humanos y vacíos sociales altamente preocupantes. Continuará. 


jueves, 6 de octubre de 2016

LA ELECCIÓN DEL PAPA NEGRO

Por Armando Maya Castro

Tras la renuncia del español Adolfo Nicolás Pachón, los jesuitas elegirán al próximo "Papa Negro"

Con el propósito de "profundizar la vida espiritual en el seno de la Iglesia, propagar la fe católica romana y extirpar por completo la herejía”, Ignacio de Loyola fundó, en 1534, la Compañía de Jesús, la orden católica a la que pertenece el actual papa, el argentino Jorge Mario Bergoglio.

Un total de 215 jesuitas de todo el mundo  se encuentran reunidos en Roma para llevar a cabo la elección de su nuevo superior, luego de aceptar, previa consulta al papa, la dimisión del español Adolfo Nicolás Pachón, elegido en 2008 en sustitución del holandés Peter Hans Kolvenbach, quien ocupó el cargo durante 25 años.

Actualmente, la Compañía de Jesús está más fuerte que hace algunos años; tienen un papa jesuita y su crecimiento en número de miembros (16 mil 740) supera por mucho a las demás órdenes católicas. Una nota reciente de la agencia Notimex, que recoge declaraciones del ex vocero del Vaticano, el jesuita Federico Lombardi, refiere que del número total de jesuitas, “cinco mil de estos se encuentran en Europa, otros cinco mil en el Continente Americano, cinco mil 600 en Asia y mil 600 en África”.

La Compañía, cuya presencia en la educación occidental ha sido muy activa, intentó servir de soporte al papado desde que el papa Pablo III la aprobara, el 15 de agosto de 1540. Los miembros de esta congregación, hábiles e incansables defensores de la autoridad pontificia, quisieron ser desde aquel tiempo el muro protector de la institución papal, defendiéndola de todo tipo de embestidas, principalmente de aquellos que atacaron al papado por algunas desviaciones morales y doctrinales de la Iglesia de Roma.

“Pablo III, que comprendió lo importante que era para su Silla tener una milicia fanática dispuesta a combatir a aquellos que él indicara, cualquiera que fuese su poder o rango, recibió con distinción a Ignacio de Loyola y sus compañeros, les obligó a redactar unos estatutos, a organizarse en sociedad y a propagar sus doctrinas en todos los países”, refiere el historiador Mauricio de la Chàtre en su obra titulada “Historia de los Papas y los Reyes”.

Este historiador explica, con base en sus conocimientos históricos, cuál era la misión de los ignacianos: “...a los unos les confió la misión de introducirse en las cortes, de hacerse confesores de los reyes para enseguida revelarles los secretos de Estado; a los otros les mandó que predicaran al pueblo, que se apoderaran de la enseñanza de los niños, a fin de corromper sus costumbres y hacer de ellos nuevo seides para la teocracia”.

En la contrarreforma, que es la respuesta de la Iglesia romana a la reforma protestante de Martín Lutero, los jesuitas tuvieron una actividad decisiva, especialmente en el Concilio de Trento. Para Pío V –considerado el alma de la contrarreforma–, la entonces recién creada Compañía de Jesús fue su mejor instrumento. Y no podía ser de otra manera, toda vez que los jesuitas “se pusieron a la disposición del papa, prometiéndole obediencia incondicional”, refiere Edmond París, autor del libro “La historia secreta de los jesuitas”.

La incondicionalidad jesuita era tal, que el propio Ignacio de Loyola llegó a escribir: "Estemos convencidos de que todo es bueno y correcto cuando lo ordena el superior". Edmond París rememora la anterior frase ignaciana, y añade que el fundador de la Compañía llegó a declarar en cierta ocasión: “Incluso si Dios les diera un animal sin raciocinio como señor, no vacilarían en obedecerle como amo y guía, porque Dios ordenó que así fuera".

Este tipo de obediencia colocó a los jesuitas en el gusto y preferencia de la mayoría de los papas que ejercieron el pontificado hasta antes de Juan Pablo II, el pontífice romano que se inclinó por movimientos tales como el Opus Dei y los Legionarios de Cristo, relegando en buena medida a los jesuitas. Hoy, con un papa jesuita como máximo jerarca del catolicismo, los jesuitas vuelven a ser lo que antes fueron en cuanto a ser los preferidos del papa, que desde  el 13 de marzo de 2013 es Jorge Mario Bergoglio, quien estará atento al desarrollo del proceso de elección que llevará a cabo la Congregación General de la Societas Iesus, la cual realizará su primera asamblea plenaria para elegir al nuevo superior de los jesuitas o “Papa negro”, como también se le conoce.

Twitter: @armayacastro

http://impreso.el-mexicano.com.mx/impreso/navegador/tijuana/100616/a/1