viernes, 2 de octubre de 2015

NO A LA DISCRIMINACIÓN RELIGIOSA

Por Armando Maya Castro
Por respeto a la diversidad religiosa, la religión debe estar fuera de las escuelas públicas. Sólo así podrá mantenerse el entorno escolar libre de discriminación religiosa

Oaxaca, la tierra de Don Benito Juárez García, vuelve a ser noticia en materia de discriminación religiosa; esta vez en agravio de un estudiante que profesa el judaísmo, y al que las autoridades de la Secundaria Técnica número 2, ubicada en el municipio de San Juan Bautista Tuxtepec, le niegan arbitrariamente el acceso a dicho centro educativo. 

El argumento de los directivos de la escuela antes mencionada, autores de este lamentable acto de discriminación, es que el menor de edad, devoto de la religión judía, usa en su indumentaria el kipá y el tzitzit, dos elementos característicos del judaísmo, que en el caso específico de México, no violentan ninguna de nuestras leyes. 

El atropello en cuestión ya está en manos de la Defensoría de los Derechos Humanos del Pueblo de Oaxaca, creada para la defensa, promoción, estudio y divulgación de los derechos humanos y la no discriminación. Este organismo público autónomo del Estado Mexicano, que cuenta con personalidad jurídica y patrimonio propio, solicitó al Instituto de Educación Pública de Oaxaca la adopción de una medida cautelar o precautoria, a efecto de que se instruya al director de la escuela para que se abstenga de impedir el servicio educativo al agraviado con motivo de sus prácticas religiosas. 

Los directivos de las escuelas, pero principalmente las autoridades educativas de todos los estados de la República Mexicana, tienen el deber de mantener los espacios de educación pública libres de discriminación, un flagelo que niega la igualdad fundamental de todos los seres humanos, proclamada por diversas declaraciones de las Naciones Unidas. Me refiero a la discriminación en cualquiera de sus manifestaciones, incluida –por supuesto– la religiosa, un problema que crece en la medida en que algunos grupos de poder erosionan paulatinamente el carácter laico de la educación pública. 

Si las autoridades de educación y los directivos de las escuelas lo han olvidado, nosotros, los mexicanos, tenemos el deber recordarles que México es, por mandato constitucional, un Estado laico, y que la educación que éste imparte debe ser laica, es decir libre de dogmatismos y elementos religiosos. 

Tengamos presente, hoy y siempre, que tenemos el deber de preservar intacto el legado laicista de Benito Juárez y los hombres de la Reforma, quienes legislaron para que la educación fuera laica. La ocasión es propicia para recordar una de las grandes creaciones del Benemérito de las Américas: la fundación de la escuela Nacional Preparatoria, que nació con el propósito de suprimir la religión de la educación, y que ésta se fundamentara en los avances de la ciencia. Si logramos preservar este importante legado, evitaremos, al mismo tiempo, que la educación religiosa retorne a las escuelas públicas, donde lleva a cabo una labor nociva, de exclusión y polarización, así como de constantes violaciones a los derechos humanos. 

Por esta razón, tenemos el deber de denunciar mediáticamente, así como ante las instancias correspondientes, todas las expresiones de discriminación en las escuelas oficiales, donde debe permanecer inalterable la educación laica, un modelo de educación que ha demostrado ser el único que garantiza el respeto a la diversidad, así como la convivencia armónica entre los educandos. 

Twitter: @armayacastro

Publicado el 1 de octubre de 2015 en el diario El Mexicano

http://www.el-mexicano.com.mx/informacion/editoriales/3/16/editorial/2015/10/01/887551/en-plan-reflexivo