martes, 2 de septiembre de 2014

UN MUNDO SIN DISCRIMINACIÓN

Por Armando Maya Castro
El odio a los judíos, una enfermedad causante de muchos males y que se niega a desaparecer

El antisemitismo es un conjunto de sentimientos, prejuicios y prácticas xenófobas en agravio de los judíos; alcanzó su máxima expresión durante el holocausto nazi, que significó el exterminio de seis millones de judíos durante la Segunda Guerra Mundial, entre ellos un millón quinientos mil niños y niñas. 

Hasta mediados del siglo XX, el odio a los judíos fue un sentimiento alimentado y difundido por la Iglesia católica, quien consideraba a los descendientes de Abraham una “raza maldita” por haber dado muerte a Jesús de Nazaret, el fundador del cristianismo. Para varios clérigos de esa institución, el antisemitismo no era una forma de racismo, sino "la autodefensa de la Cristiandad contra las insidias del Judaísmo". También difundía el sentimiento antijudío la Iglesia ortodoxa, quien consideraba al judaísmo como una amenaza contra el cristianismo y la paz de Rusia. 

“Muchos relatos documentan una trágica historia de persecución de judíos en Rusia a finales del siglo XIX y principios del XX”, afirman George A. Mather y Larry A. Nichols, autores del Diccionario de Creencias, Religiones, Sectas y Ocultismo. Si con Hitler a la cabeza fueron asesinados más de 6 millones de judíos en la Alemania Nazi, en la Rusia de Stalin fueron eliminados casi tres millones de judíos. 

Al escribir sobre este tema, John MacArthur señala que “la historia del pueblo judío por los últimos dos mil años es una triste letanía de prejuicio, persecución y asesinatos en masa”. Los antisemitas han atribuido al pueblo judío toda suerte de pecados y delitos. Han acusado a los judíos de ser "cabalistas extraviados, hechiceros y brujos nocturnos, gente de magia y quiromancia, fundadores de la usura y de la masonería, peste de las conciencias, sombra de los espíritus, verdugos de Cristo, restauradores del diablo y enemigos de todas las iglesias; por lo cual merecen que ardan para consumir sus cuerpos en las hogueras del Santo Oficio y para consumir sus almas los fuegos del infierno" (Emilio Castelar y Ripol, Historia del año 1883, Linkgua, Barcelona, 2002, p. 226).

Las embestidas católicas contra los judíos siguen hasta el día de hoy, pero ya no son lo que fueron durante la Edad Media y el Renacimiento. Hoy, por estrategia, la actitud de la Iglesia católica hacia los judíos es completamente distinta, tal como lo demuestra la constitución “Nostra Aetate”, emitida en el Concilio Vaticano II, y que a la letra dice: “Además, la Iglesia, que ‘reprueba toda persecución’ contra cualesquiera hombres, consciente de poseer un patrimonio común con los judíos e impulsada no por razones políticas, sino por la religiosa caridad evangélica, ‘deplora los odios, persecuciones y manifestaciones de antisemitismo’ de cualquier tiempo y persona”. 

Hoy tenemos que hablar de las nuevas expresiones de antijudaísmo, presentes en las redes sociales, donde la condena a Israel por los ataques a la Franja de Gaza viene acompañada a menudo de diatribas antisemitas, afirma el escritor e historiador Enrique Krauze Kleinbort (Reforma, 17 de agosto de 2014). 

Tenemos que hablar, asimismo, de la discriminación contra 230 judíos ortodoxos que vivían, desde 2008, a orillas del lago Atitlán, en la población maya de San Juan La Laguna del departamento de Sololá, situado en la región Sur Occidental de Guatemala. Una fuente municipal de Sololá señaló al diario mexicano El Universal que “la situación es terrible: mucha intolerancia de ambas partes”, en un lío agravado por factores religiosos entre hebreos, católicos, evangélicos y otras denominaciones en la zona.

Los grandes perdedores en este conflicto religioso fueron los 230 miembros de la comunidad Lev Tahor, quienes terminaron siendo expulsados luego de haber sido privados del agua potable y de haber sufrido violencia verbal, así como amenazas de que se les iba a cortar la electricidad y los iban a echar a la fuerza del pueblo que fue su hogar hasta el pasado viernes. 

La expulsión de estos judíos viene a engrosar las estadísticas de los judíos que han sido expulsados a lo largo de la historia, aunque sin compararse con los destierros inhumanos que tuvieron lugar durante la Edad Media, un periodo de frecuentes expulsiones: En 1290, 16.000 judíos fueron expulsados de Inglaterra; en 1306, 100.000 de Francia; y en 1492, unos 200.000 de España. Menores, pero más frecuentes expulsiones tuvieron lugar en Alemania, por lo que a comienzos del siglo XVI solo quedaban cuatro grandes comunidades judías: Fráncfort, 2.000; Worms, 1.400; Praga, 10.000; y Viena, 3.000”. Los anteriores datos están consignados en la obra en 11 volúmenes de Heinrich Graetz (1817-1891), Historia de los judíos desde sus orígenes hasta nuestros días, editada entre 1853 y 1875. 

El cese de estos actos de irracional discriminación es lo único que puede ayudar a que los humanos podamos construir un mundo en paz y sin violencia, libre de barreras raciales, ideológicas, económicas, culturales y religiosas; un mundo en el que se privilegie el respeto irrestricto a los derechos humanos de todas las personas, más allá de las diferencias que nos caracterizan como seres humanos. 

Twitter: @armayacastro

http://www.el-mexicano.com.mx/informacion/editoriales/3/16/editorial/2014/09/02/785656/en-plan-reflexivo

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