sábado, 13 de septiembre de 2014

CELEBRACIONES PATRIAS

Por Armando Maya Castro

En la actualidad, el aniversario de la independencia de México es una de las festividades cívicas y populares más importantes y coloridas del año. Se celebra el 16 de septiembre de cada año, puesto que en la madrugada de un día como ese, pero de 1810, el entonces cura Miguel Hidalgo y Costilla pronunció el “grito” que ha pasado a la historia como el comienzo de la independencia mexicana, movimiento que buscó liberar a los mexicanos del yugo de servidumbre impuesto por los españoles durante los trescientos años del virreinato de la Nueva España.

A lo largo de septiembre, llamado también el Mes de la Patria, las calles y avenidas de los pueblos y ciudades de nuestro país se cubren de luces, gallardetes y adornos tricolores alusivos a la bandera nacional. En los autos y fachadas de un sinnúmero de casas se aprecian banderas y banderines, así como otros adornos alusivos a las celebraciones patrias.

¿Son estas acciones prueba suficiente de patriotismo y amor por la patria? No necesariamente, pues patriotismo es mucho más que banderas, banderines y adornos patrios; es el valor que nos da el respeto y amor que le debemos a México, y la manera de  demostrarlo es a través nuestro trabajo y de nuestra diaria contribución al bienestar común.

Pero volviendo al tema de las fiestas patrias, ¿sabe usted cuándo comenzó esta celebración, que en la mayoría de los pueblos es acompañada con la tradicional verbena popular? Para responder a esta interrogante me remontaré al 16 de septiembre de 1812, fecha en que se celebró por vez primera el Grito de Independencia, dado por el General Ignacio López Rayón y Andrés Quintana Roo en el Chapitel, un edificio de dos plantas, con una puerta y un balcón hacia la plaza principal de Huichapan, Hidalgo.

Un año después (1813), José María Morelos y Pavón presentó al Congreso de Chilpancingo los Sentimientos de la Nación, uno de los documentos de mayor importancia para la historia constitucional de México. En él, el Siervo de la Nación propuso “que igualmente se solemnice el día 16 de septiembre todos los años, como el día aniversario en que se levantó la voz de la independencia y nuestra santa libertad comenzó, pues en ese día se abrieron los labios de la Nación para reclamar sus derechos y empuñó la espada para ser oída” (Artículo 23).

Con la consumación de la independencia, que tuvo lugar el 27 de septiembre de 1821, comenzaron a darse los primeros pasos para oficializar la celebración de la gesta independentista. Un decreto del Congreso, emitido el 27 de noviembre de 1823, declaró al 16 de septiembre fiesta nacional; sin embargo, fue hasta 1825 cuando por primera vez tomó el carácter de fiesta nacional el 16 de septiembre: el gobernador del Distrito Federal emitió un bando que fue conocido como el Legajo de Fiestas, en el que se sugería adornar "las calles y balcones con cortinas, flámulas y gallardetes", además de iluminar las casas y calles.

A pesar de que la Iglesia católica se opuso férreamente al movimiento independentista, al grado de excomulgar a Hidalgo, Morelos y demás insurgentes, acusándoles de herejes, ladrones, ignorantes y sacrílegos, en las celebraciones patrias acostumbraba celebrar una misa solemne en la Basílica de Guadalupe por los héroes muertos, refiere el cronista e historiador Luis González Obregón.

En el México confesional de aquellos tiempos, se emitían documentos que involucraban a la Iglesia católica en las celebraciones patrias. Uno de ellos fue la Gaceta que se publicó en el fuerte de Jaujilla, junto a Zacapu, Michoacán, en septiembre de 1817. En ella apareció la siguiente prevención: “Cuidarán los comandantes generales y particulares que en todas las parroquias de sus departamentos se celebre el 29 del presente con Te Deum y misa de gracias en memoria de S.A. Serenísima el señor don Miguel Hidalgo y Costilla. Los comandantes por su parte solemnizarán este día con todos los honores militares y los subdelegados dispondrán la iluminación por todas las calles" (Gaceta Extraordinaria del Gobierno Mexicano en las Provincias del Poniente, 16 de septiembre de 1817).

La costumbre de celebrar misas durante las celebraciones patrias llegó a su fin con la promulgación de las Leyes de Reforma, que proclamaron la separación de los negocios civiles y eclesiásticos, la libertad de cultos, el establecimiento del registro civil, la secularización de los cementerios y reducción de los días de festividad religiosa.

El objetivo de esta celebración, que cumple con lo estipulado por la ley que rige el uso de los símbolos patrios, es preservar el recuerdo del día que comenzó la gesta heroica en la que participaron no sólo las figuras históricas conocidas en México y el mundo, sino también indígenas, criollos, mestizos y negros, hombres y mujeres cuya lucha buscaba terminar con la terrible injusticia social que imperó en el México virreinal.

Twitter: @armayacastro


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