viernes, 30 de mayo de 2014

CELIBATO Y PEDERASTIA

Por Armando Maya Castro

Mucho se ha hablado, y mucha tinta ha corrido sobre celibato y pederastia clerical en los últimos días. Desde antes de que el papa Francisco hablara sobre ambos temas en el vuelo que le trasladó de Jerusalén a Roma, la pederastia y el celibato dieron mucho de qué hablar.

El tema del celibato estuvo en boca de diversos analistas y articulistas desde que un grupo de mujeres italianas, amantes secretas de sacerdotes católicos, dirigieron una carta al papa Francisco, pidiéndole poner fin al celibato obligatorio impuesto por la Iglesia católica desde el siglo XII.

Posteriormente vinieron las declaraciones del papa sobre el tema: "La Iglesia católica tiene curas casados. Católicos griegos, católicos coptos, hay en el rito oriental. Porque no se debate sobre un dogma, sino sobre una regla de vida que yo aprecio mucho y que es un don para la Iglesia. Al no ser un dogma de fe, siempre está la puerta abierta", señaló el argentino Jorge Mario Bergoglio.

En septiembre de 2013, Pietro Parolin, secretario de Estado del Vaticano, hizo declaraciones similares al diario El Universal de Venezuela. Las palabras del ex nuncio venezolano fueron interpretadas de diversas maneras en los medios de comunicación, algunos de los cuales anunciaron que el papa estaría considerando la caída del celibato sacerdotal como condición para la ordenación sacerdotal.

Tanto Parolin como el papa dijeron una gran verdad: el celibato sacerdotal no es un dogma de fe. Añado: tampoco se basa en prácticas empleadas entre los ministros de la Iglesia primitiva, la mayoría de los cuales fueron casados y con hijos, como lo demuestran diversos textos bíblicos. El celibato es una regla eclesiástica que se remonta al Concilio II de Letrán en 1139, y su establecimiento tuvo el propósito de preservar intacto el patrimonio de la Iglesia católica.

Hablemos ahora sobre pederastia clerical, un tema sobre el que se habló y escribió mucho a partir del pasado 23 de mayo, día en que el Comité de Naciones Unidas contra la Tortura (CAT por sus siglas en inglés) recomendara al Vaticano compensar a las víctimas de pederastia y adoptar "todas las medidas necesarias para garantizar su recuperación física y psicológica, así como su reintegración social".

En rueda de prensa, la relatora del caso, Felice Gaer, responsabilizó al Vaticano de haber violado la Convención contra la Tortura, adoptada y abierta a la firma, ratificación y adhesión por la Asamblea General en su resolución 39/46, de 10 de diciembre de 1984. Dijo que la sede papal pudo haber impedido abusos sexuales y no lo hizo: "Nosotros no decimos que el Vaticano es responsable de todas y cada una de las violaciones cometidas por cualquier cura. Pero sí decimos que la Santa Sede ha violado la Convención en los casos en que fue informada de abusos e ignoró las acusaciones, y eso, que nosotros sepamos, ha pasado al menos unas 50 veces".

En México, los actos de pederastia clerical no terminaron con la muerte del cura Marcial Maciel Degollado, fundador de los Legionarios de Cristo. En días pasados se habló y se escribió mucho sobre otro depredador sexual. Me refiero al sacerdote pederasta Eduardo Córdova Bautista, a quien el Vaticano acaba de dar de baja y suspender de sus licencias ministeriales por estar probado que abusó sexualmente de un menor, aunque los abusos que se le imputan se cuentan por decenas. Tan sólo en su estancia en la parroquia de Nuestra Señora de la Anunciación, el pederasta en cuestión "abusó de 17 menores del grupo juvenil de acción católica de la colonia El Paseo, delitos que fueron denunciados ante la arquidiócesis de San Luis Potosí desde abril de 2004", se afirma en una nota de La Jornada, firmada por la periodista Sanjuana Martínez.

El asunto va para largo; no termina con la sanción que el Vaticano impuso a Córdova Bautista, ya que los abogados de las víctimas han señalado ante los medios de comunicación que "denunciarán ante las autoridades civiles a la arquidiócesis de San Luis Potosí y al Vaticano por complicidad y encubrimiento". Asimismo, presentarán ante la ONU el caso del clérigo potosino, acusado de abuso sexual en agravio de más de 100 niños.


El asunto es de tal gravedad, que la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV), del gobierno federal, externó el pasado 27 de mayo "su preocupación por las recientes denuncias de abuso sexual y pederastia que se presentaron en el estado de San Luis Potosí, y ofreció a las víctimas el acompañamiento legal y la asesoría jurídica necesaria". La sociedad espera que todas y cada una de estas acciones terminen con el manto de impunidad que ha cubierto estos lamentables casos.

jueves, 22 de mayo de 2014

CELIBATO SACERDOTAL, DE NUEVO EN LA MESA DEL DEBATE

Por Armando Maya Castro
Diversas voces católicas se han levantado en los últimos tiempos pidiendo la supresión del celibato forzado, práctica que no formó parte de la Iglesia primitiva, a cuyos ministros se les ordenaba ser casados para desempeñar el gobierno de la Iglesia y ejercer ministerios como el obispado y/o el diaconado

La carta que un grupo de amantes secretas de sacerdotes católicos dirigió al papa Francisco, solicitándole convertir el celibato sacerdotal en opcional, vuelve a poner en la mesa del debate un asunto tabú en la iglesia católica, agravado por los casos de pederastia clerical por parte de clérigos católicos.

En septiembre de 2013 abrió el debate Pietro Parolin, secretario de Estado del Vaticano. Lo hizo al declarar a un periódico venezolano que el celibato “no es un dogma de la Iglesia”, sino un precepto que puede ser discutido. Sobre la declaración del número 2 del Vaticano, escribí: “La declaración de Parolin es cierta: el celibato no es un dogma, nunca lo ha sido ni creo que llegue a serlo. Si tuviera el carácter de dogma sería irreformable y, por lo tanto, no podría discutirse. Ahora bien, el que dicha norma pueda discutirse no significa que el papa esté considerando abolir el celibato como condición para la ordenación sacerdotal”.

¿Pasó algo después de la declaración de Parolin? No. Tampoco pasó nada en abril de 2012, cuando un grupo de sacerdotes católicos de Austria llamó a desobedecer principios de la Iglesia como el celibato y la prohibición de mujeres en el sacerdocio, lo que motivó una respuesta firme del entonces papa Benedicto XVI a favor de la milenaria postura vaticana sobre ambos temas.

El actual papa ya se pronunció sobre el celibato sacerdotal. Lo hizo en una  reunión con obispos africanos, confirmando ante éstos la posición oficial de la Iglesia sobre el tema.

¿Conserva sin cambio la Iglesia católica el celibato sacerdotal deseando cumplir un mandato divino? Definitivamente no, ya que el celibato –como lo saben todos los clérigos católicos– no fue impuesto como norma a los ministros de la Iglesia primitiva. En los cuatro evangelios no hay ninguna referencia que indique que Jesús haya exigido a sus apóstoles la práctica del celibato.

Lo que sí hay son varios textos que demuestran que los ministros de la Iglesia primitiva nunca practicaron el celibato: la mayoría de los apóstoles fueron casados, y algunos, como san Pablo, enseñaron que los aspirantes al obispado y al diaconado debían ser casados: “Si alguno anhela obispado, buena obra desea. Pero es necesario que el obispo sea irreprensible, marido de una sola mujer…” (1 Timoteo 3:1).

Antes de Cristo, a los hombres que ejercieron el sacerdocio se les ordenó: “Con mujer ramera o infame no se casarán, ni con mujer repudiada de su marido; porque el sacerdote es santo a su Dios” (Levítico 21:7). A ninguno de ellos se le impuso como norma el celibato, sino la obligación de casarse con una mujer virgen.

Si no fue en el siglo I de nuestra Era, ¿dónde, cuándo y cómo comenzó a desarrollarse el celibato sacerdotal? Los orígenes de esta norma católica se remontan a los siglos III y IV d.C. Se declaró obligatorio para los presbíteros, diáconos y clérigos en el concilio de Elvira, celebrado en el año 306 de nuestra era. Tiempo después (313), el concilio de Arlés "recomendó" a los sacerdotes no cohabitar con sus esposas "porque están ocupados en un ministerio cotidiano", amenazando con deponer del honor clerical a quienes actuaran contra esta constitución.

El concilio de Nicea, celebrado en el 325 d. C., también rechazó el celibato. En plena asamblea conciliar, Pafnucio levantó la voz dirigiéndose a los obispos: "¡No impongamos a los hombres consagrados un yugo oneroso! También es una cosa honorable que la unión conyugal y el matrimonio en sí mismo estén exentos de mancha. Cuidemos de no causar a la Iglesia, mediante este exceso de rigor, más mal que bien. Pues no todos serán capaces, sin flaquear, de obligarse a dominar  sus pasiones, y más de una, entre las esposas de ésos, verá expuesta, sin duda, su castidad al peligro” (Cf. Historia eclesiástica (2 vols), 2a ed. revisada, BAC, Madrid 1997. PG 676, 101c, 102cb.).

En el año 386, el papa Siricio prohibió bajo decreto que los diáconos mantuvieran relaciones sexuales con sus esposas. En 567, el concilio de Tours prohibió la homosexualidad y ordenó a los obispos que se abstuvieran de mantener relaciones sexuales. En el siglo VII el concilio de Toledo “señaló la profesión de castidad de los clérigos como un acto obligatorio previo a la obtención de la parroquia”. Sin embargo, “la prohibición del matrimonio de los clérigos no tuvo éxito hasta 1074, cuando Gregorio VII […] consiguió que los fieles se negasen a asistir a las misas celebradas por sacerdotes casados”.

Los anteriores datos históricos demuestran que el celibato sacerdotal es una ley sin sustento bíblico, creada progresivamente por los papas católicos, quienes tienen la finalidad de preservar los bienes y propiedades de la Iglesia que, de otro modo, irían a parar por herencia a manos de esposas e hijos.


Por esta razón, no creo que el celibato se modifique para satisfacer la demanda de las 26 mujeres que sostienen relaciones secretas con sacerdotes católicas. 

jueves, 15 de mayo de 2014

“EDUCAR PARA EL RESPETO, LA TOLERANCIA Y LA PAZ”

Por Armando Maya Castro

Excelentes noticias en materia de libertad y diversidad religiosa nos llegan desde Chiapas, un estado que desde hace más de cinco décadas ha sido golpeado con excesivo rigor y crueldad por el flagelo de la intolerancia religiosa.

En esa entidad, una de las más pobres y rezagadas de México, comenzó el despliegue del programa “Educar para el respeto, la tolerancia y la paz”, que busca proteger y fomentar el respeto, la tolerancia y la no discriminación entre las personas y grupos que practican diferentes creencias religiosas en una misma comunidad o municipio.

Con la implementación de dicho programa en las instituciones educativas de nivel básico, la administración del gobernador Manuel Velasco Coello reafirma su compromiso con los ciudadanos de los 122 municipios de Chiapas, buscando inculcar en los niños y adolescentes de las casi 20 mil escuelas de la entidad, el respeto a las distintas creencias religiosas.

La noticia es buena porque abona a la paz social. Es buena porque los habitantes de esa entidad sufren demasiado con los problemas derivados de la pobreza y la marginación como para estar sufriendo también los estragos de la intolerancia religiosa, práctica criminal que es muy frecuente en el estado de Chiapas, sobre todo en las comunidades de la llamada región de Los Altos.

La violencia desplegada por los grupos y personas intolerantes ha hecho de Chiapas el estado más prolífico en casos de intolerancia religiosa, un mal que ha obligado a decenas de miles de evangélicos a abandonar sus lugares de origen al estar en peligro su integridad física, sus familias y su libertad.

La sociedad chiapaneca espera el cabal cumplimiento del programa “Educar para el respeto, la tolerancia y la paz”. Espera que, por encima de intereses personales y de grupos, el programa se mantenga activo y vigente en las instituciones educativas y logre responder a las expectativas de paz que ha generado a nivel mediático. Si lo consigue, como esperamos todos los mexicanos, dicho programa logrará ser un coadyuvante en la formación de nuevas generaciones de chiapanecos, dotados de valores que les permitan respetar y aceptar la existencia de otras formas de vida, creencias e ideas.  

La intolerancia religiosa es el resultado del concepto que de su credo tienen los miembros de las religiones mayoritarias: “mi religión es la verdadera, la única; las demás iglesias son falsas, por lo tanto no tienen derecho a existir”. Este penoso mal comenzó a hacer de las suyas en Chiapas el 29 de junio de 1962. Ese día, incumpliendo lo ordenado por el artículo 24 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, los fundamentalistas católicos de la comunidad de Chanal, perteneciente al municipio de San Juan Chamula, expulsaron a 48 evangélicos de esa localidad.

Hoy, a casi 52 años de ese lamentable acontecimiento, el desprecio y las violaciones de los derechos humanos en varias comunidades de ese estado siguen siendo una constante. Me refiero, evidentemente, a las innumerables expulsiones, la quema y destrucción de casas, los cortes de agua y energía eléctrica, las amenazas y despojos en agravio de los integrantes de las minorías religiosas, etcétera.

El programa del Gobierno de Chiapas responde (aunque sea parcialmente) al llamado que diversas organizaciones civiles y grupos evangélicos dirigieron en junio de 2013 al gobernador Velasco Coello. A través de una misiva, los firmantes denunciaron firmemente y en los siguientes términos el incremento de la intolerancia religiosa: “Derivado de la administración anterior (de Juan Sabines), en los últimos años han ido creciendo los casos de intolerancia religiosa en Chiapas, sin que algún funcionario público haya tomado en serio la atención de esta problemática que lastima de manera considerable a la sociedad chiapaneca. En muchos de los casos se han esperado acciones concretas para la atención y la aplicación de la ley para el restablecimiento del Estado de Derecho, pero esto nunca ha sucedido” (Proceso, 25 de junio de 2013).


Los habitantes de Chiapas esperan que en lo sucesivo todo sea distinto. Esperan que sus autoridades se empleen a fondo para acabar con la impunidad que rodea a la mayoría de los casos de intolerancia religiosa. En mi opinión, esto sólo se logrará si las instancias competentes dejan de ser omisas y aplican las sanciones correspondientes a quienes promueven de diferentes maneras la intolerancia religiosa, un mal que, por bien de todo México, debe ser erradicado.

sábado, 10 de mayo de 2014

EL ALTRUISMO DE UNA GRAN MUJER

Por Armando Maya Castro
La instalación y atención de comedores gratuitos durante el desarrollo de la Santa Convocación anual en la ciudad de Guadalajara, Jalisco es una de las muchas actividades de las integrantes de la Fundación Eva García de Joaquín

Aunque debería de ser todo el año, el 10 de mayo es una excelente oportunidad para que los hijos festejen a sus madres, esos seres admirables que son el corazón de la casa, que tienen la facultad de multiplicarse sin perder sus fuerzas, y la capacidad de dar amor a sus hijos e hijas en todo tiempo y circunstancia.

El Día de las Madres es también la oportunidad para reconocer el tesón de las mujeres que han logrado escalar posiciones en diferentes áreas de la sociedad, así como la trayectoria de aquellas que han dedicado su tiempo y sus vidas a ayudar a los sectores más vulnerables y desfavorecidos de la sociedad.

En mi anterior artículo prometí escribir el día de hoy sobre la trayectoria de una mujer que admiro desde hace ya varias décadas. Me refiero a la diaconisa Eva García de Joaquín, esposa del Excelentísimo Apóstol de Jesucristo Doctor Samuel Joaquín Flores, Director Internacional de la Iglesia La Luz del Mundo, quien está próximo a cumplir 50 años de Apostolado, con resultados espirituales y sociales que son el asombro de propios y extraños.

Desde hace varias décadas, las virtudes y sentimientos de esta admirable mujer la han impulsado a realizar una persistente labor filantrópica que ha favorecido a miles de personas y familias de escasos recursos. Esas acciones gozan del reconocimiento de su esposo e hijos, así como de la profunda y sincera admiración de miles de hombres y mujeres de la comunidad, quienes han visto en su labor altruista un ejemplo digno de ser imitado.

Aparte de la bondad de su corazón, la rectitud y generosidad de sus sentimientos, hay algo que explica el proceder honesto y magnánimo de la hermana Eva García. Me refiero a su cercanía con el Hermano Samuel Joaquín, a quien se unió en matrimonio el 17 de mayo de 1962, y con quien procreó siete hijos.

Al lado del Apóstol de Dios aprendió a servir con amor a sus semejantes; tuvo la experiencia de colaborar con él en el ejemplar trabajo de instrucción de todos y cada uno de sus hijos, logrando la formación de valores y principios cristianos en el corazón de todos ellos.

Sobre la vida y obra de esta gran mujer podría referir innumerables cosas buenas: el apoyo al trabajo de evangelización del Enviado de Dios, acompañándolo en sus giras y viajes apostólicos; los consejos que ha impartido a centenares de misioneras y esposas de ministros; el ejemplo de honestidad y humildad que ha dado a las mujeres de la Iglesia de Dios; las atenciones que ha dispensado al grupo de hermanas que han sido puestas bajo su cuidado y dirección en la colonia Hermosa Provincia de esta ciudad de Guadalajara.

Sin embargo, me referiré concretamente a la creación de la Fundación Eva García de Joaquín A. C., cuyo objetivo principal es velar por el bienestar y la seguridad de los huérfanos, viudas y desamparados. Para entender lo que es actualmente esta fundación, es obligado remontarnos al 8 de noviembre de 1986, fecha en que fue creado el Grupo Tabita, que comenzó a realizar un trabajo consistente en la preparación y suministro de alimentos gratuitos a los hermanos de escasos recursos que fueron invitados a la Santa Cena de 1987. De entonces a la fecha, la atención a estos comedores ha ampliado su cobertura y mejorado sus atenciones, como lo han consignado algunos medios de comunicación.

A principios de 1992, el Grupo Tabita cambió su nombre por el de Elisa Flores, manteniendo inalterables los propósitos altruistas que dieron origen a su formación. Se le denominó así en memoria de la esposa y compañera del  Apóstol Aarón Joaquín González, mujer de incuestionables virtudes, que fue ejemplo de honestidad, generosidad y fidelidad a lo largo de su piadosa vida.

En 1999, con el lema “Tu sierva para lavar los pies de los hijos de Dios”, el grupo Elisa Flores se constituyó en la Fundación Elisa A. C. Sin alterar el propósito de su nacimiento, y siguiendo el ejemplo altruista del Doctor Samuel Joaquín, la Asociación Civil antes mencionada continuó velando por el bienestar de los desvalidos y de numerosas familias establecidas en las colonias y barrios pobres de la Zona Metropolitana de Guadalajara, a quienes proporciona, entre otros apoyos, despensas semanales y atención médica gratuita durante todo el año.

El 4 de noviembre de 2011, cuando la fundación estaba próxima a cumplir 25 años de ininterrumpida labor social, el Apóstol de Jesucristo deseó que dicha Asociación Civil llevara el nombre de su presidenta y directora general, reconociendo así las acciones de amor y el esfuerzo de fe de esta extraordinaria mujer.


Hoy, a más de 27 años de su formación, la Fundación Eva García de Joaquín ha trascendido las fronteras y se encuentra trabajando bajo los mismos principios en Honduras, Guatemala, El Salvador, Estados Unidos y España. En estos países y en el nuestro, así como en las demás naciones donde la Iglesia La Luz del Mundo tiene presencia, los ministros y fieles de esta institución reconocen las virtudes y méritos de una mujer cuya entrega cotidiana tiene el propósito de agradar a Dios y de ser alegría para el Apóstol de Jesucristo. ¡Felicidades!

domingo, 4 de mayo de 2014

A PROPÓSITO DEL DÍA DE LAS MADRES

Por Armando Maya Castro

El mes de mayo llegó y, con él, una de las celebraciones más importantes del año: el Día de las Madres, establecida en México allá por los años 1921-1922, cuando un obrero del diario Excélsior tuvo la idea de dedicar un día para honrar a las madres. “Esta idea –escribe Luis Tinajero Portes, en su libro Días Conmemorativos en la historia de México– cundió entre los compañeros de trabajo y decidieron señalar el día 10 para la fiesta, día que coincidía con el de pago, y el mes escogido fue mayo. Lo comentaron con el director Sr. Rafael Alducín quien aceptó con entusiasmo, estableciendo concursos para premiar a las madres de familia más "Prolíficas" y alguna llegó a ganar al tener hasta 25 hijos".

Me adelanto a escribir sobre este tema porque en mi próxima entrega escribiré sobre una madre noble y sobresaliente, cuyas virtudes gozan de mi admiración desde hace ya varias décadas. Pero no soy el único que se adelanta en materia de festejos en honor de las madres. En el Distrito Federal, el jefe de gobierno capitalino, Miguel Ángel Mancera, encabezó un festejo adelantado con motivo del Día de las Madres, anunciando durante el mismo un incremento salarial del 3% directo al salario base de las trabajadoras de la administración capitalina.

Lamentablemente, no todas las madres de México recibirán estos beneficios económicos, ni siquiera todas las que viven en el Distrito Federal, mucho menos aquellas que viven en las zonas marginadas de nuestro país, donde los programas de combate a la pobreza no llegan, y si llegan sólo logran paliar los sufrimientos causados por el hambre y la salud deficiente. En esos lugares, el sufrimiento de las madres es continuo y se extiende a lo largo del año, incluido el 10 de mayo. Y sufren por ver la precaria situación de sus hijos y por sentirse impotentes para remediar los problemas y males que les aquejan.

Me referiré enseguida a los demás factores que impiden que las madres de México tengan una celebración pletórica de felicidad. Hasta hace algunos años, a las jefas de familia les gustaba ser festejadas por sus hijos en lugares públicos. Lamentablemente, la inseguridad actual ha extinguido ese anhelo en miles de ellas. Hoy prefieren celebrar en casa porque estas mujeres viven contagiadas de la psicosis que produce la violencia que despliega la delincuencia –organizada o no–, que suele aparecer en cualquier punto de la ciudad y a cualquier hora, con enfrentamientos prolongados y sangrientos.

El mejor regalo para esas madres sería devolverles el entorno seguro en el que se acostumbraron a vivir antes de que la violencia se instalara en cada rincón de nuestros pueblos y ciudades; ese entorno que les permitía transitar y disfrutar sin temor por las calles y lugares públicos, conviviendo alegremente con sus seres queridos.

Al escribir estas líneas estoy pensando en las madres de Michoacán, de Tamaulipas y de los demás estados que están siendo golpeados por esa violencia que hace acto de presencia en todas partes, atentando contra la libertad y los derechos humanos, además de provocar severos daños, sufrimiento y muerte.

Las madres de familia son –junto con los padres–los seres más queridos en el ámbito familiar. La Biblia establece que ambos merecen recibir honra de parte de sus hijos e hijas. El apóstol Pablo calificó esta ordenanza como “el primer mandamiento con promesa”. La promesa divina que acompaña la observancia de este mandamiento es: “para que te vaya bien y tengas larga vida sobre la tierra”.

Lo ideal sería que las madres fueran honradas los 365 días del año, tomando en cuenta su entrega constante y su sacrificio desinteresado. Hace casi un año señalé en este mismo espacio que “la idea de dedicar un día va bien cuando se trata de celebraciones marcadas en el calendario por hechos gloriosos, por batallas libertarias, por sacrificios sublimes, etcétera. En el caso que nos ocupa –escribí entonces– es obligado señalar que las hazañas de una madre no se realizan de vez en cuando, sino a lo largo de toda la vida, sin esperar jamás el reconocimiento de sus benefactores: los hijos”.


Por lo que ellas son, y por todo el amor que despliegan en todo momento y circunstancia, las madres de México merecen recibir a lo largo del año –no sólo este diez de mayo– todo el cariño, respeto y obediencia de parte de sus hijos. No creo equivocarme al afirmar que quienes tienen a sus madres con vida desean para ellas un feliz festejo, libre de temores y preocupaciones. 

sábado, 3 de mayo de 2014

LA CRUZ EN LA IGLESIA DEL PRIMER SIGLO

Por Armando Maya Castro 
En el siglo IV, Constantino y su madre Helena dedicaron todos sus esfuerzos a consolidar la religión católica en el Imperio romano, estableciendo el culto en honor de la cruz, objeto que para los primitivos cristianos carecía de valor e importancia religiosa, motivo por el cual nunca la adoraron 


Las recientes canonizaciones de los papas Juan XXIII y Juan Pablo II, así como la celebración católica del día de hoy en honor de la cruz, me estimularon a escribir sobre el supuesto hallazgo de una mujer que fue declarada santa por la Iglesia católica en el siglo IX.

Me refiero a Helena de Constantinopla, la madre de Constantino, el emperador romano que –según la tradición– antes de su batalla contra Majencio vio en sueños una cruz en el cielo, al tiempo que una voz le indicaba: "In hoc signo vinces" (con este signo vencerás); el mismo que promulgó el Edicto de Milán en el año 313 d.C., un decreto de tolerancia que el emperador interpretó como tolerancia exclusiva hacia una religión: la católica, iglesia a la favoreció otorgándole innumerables privilegios y restituyéndole el patrimonio eclesiástico que el Imperio le había confiscado anteriormente.

Los versados en el tema señalan que fueron dos los motivos por los que Helena fue elevada a los altares: el primero, haber influido sobre su imperial hijo para que se “convirtiera” al cristianismo y para que hiciera de la religión cristiana la religión del imperio. El otro motivo: la “recuperación” de los Santos Lugares.

Respecto a esta última tesis, Ana Martos Rubio señala en su libro Papisas y Teólogas: “Pero Elena no solamente fue santa por incitar a su hijo [Constantino] a favorecer el cristianismo, cosa que parece plausible. Sabemos con certeza que fue ella quien viajó a Jerusalén, quien recuperó para los cristianos los Santos Lugares y quien trajo de vuelta consigo un buen trozo de la vera Cruz".

Respecto a esta leyenda, Ralph Woodrow, autor del libro Babilonia, Misterio Religioso, escribió: “En el año cuando [Helena] tenía cerca de 80 años de edad -de acuerdo a la leyenda-, hizo una peregrinación a Jerusalén y allí, con la ayuda de un judío que conocía de sus gustos supersticiosos, halló tres cruces. La cruz original fue identificada –así se espera que lo creamos–, porque se dice que hizo milagros a las indicaciones de Macario, obispo de Jerusalén. Las otras dos cruces no produjeron milagros. De tal manera que Helena –siempre según la tradición histórica– halló ¡la verdadera cruz donde murió Jesús!"

Eusebio de Cesarea, el autor más próximo a Constantino y a Helena, no dice absolutamente nada de ese hallazgo. Los que sí lo hicieron –tiempo después– son Ambrosio y Juan Crisóstomo. "Según ellos, la emperatriz Elena, inspirada por Dios, procedió a excavar los lugares santos y encontró tres cruces, la de Cristo y la de los dos ladrones. También halló el 'titulus' o inscripción de la Cruz (‘Jesús nazareno Rey de los Judíos’), lo que le permitió la identificación de la Vera Cruz”.

La iglesia católica celebra dos fiestas relacionadas con la cruz. La primera es la Invención de la Cruz, el 3 de mayo; la segunda, la Exaltación de la Cruz, el 14 de septiembre. Ninguna de estas dos celebraciones fue guardada por los miembros de la Iglesia primitiva, pues para ellos lo importante no era la cruz de madera, sino el sacrificio redentor que se realizó en ella.

¿Veneraron los cristianos primitivos la cruz o le dedicaron un día en su honor? La respuesta es no. Ellos veían la cruz como un instrumento de muerte, no como un símbolo de veneración. La veían como el arma que sirvió para quitarle la vida al Hijo de Dios. Los apóstoles –elegidos para enseñar la verdad revelada– los enseñaron a buscar la salvación en Jesucristo, el Ser que murió por ellos, el que resucitó y ascendió a los cielos para interceder por los suyos ante el Padre celestial.