jueves, 27 de febrero de 2014

A UN AÑO DEL RETIRO DE BENEDICTO XVI


Por Armando Maya Castro


“He llegado a la certeza de que mis fuerzas, debido a mi avanzada edad, no se adecuan por más tiempo al ejercicio del ministerio petrino. Con total libertad declaro que renuncio al ministerio de obispo de Roma y sucesor de Pedro”. Con estas palabras, expresadas en latín el 11 de febrero de 2013, el papa Benedicto XVI anunció su histórica renuncia al papado, cargo al que accedió el 19 de abril de 2005. 

Desde esa fecha, mucho se ha dicho y escrito sobre la decisión de Joseph Ratzinger, quien se convirtió en el primer pontífice en dimitir al cargo papal en los últimos 600 años. Los católicos del mundo no acababan aún de digerir el anuncio papal cuando el sacerdote Stanisław Dziwisz, secretario personal de Juan Pablo II durante casi 40 años, hizo una velada crítica a la renuncia del ahora papa emérito. Recordó que Karol Wojtyla “guio la Iglesia hasta el final” y llevó su pontificado hasta el último aliento “gracias a su fe” y a su convencimiento de que “de la cruz no se desciende”.

El cardenal Dziwisz, criticado con dureza recientemente por haber hecho públicas las experiencias de Juan Pablo II en el libro ‘Estoy en manos de Dios’, recurrió entonces al ejemplo de resistencia de un papa cuyo pontificado quedó marcado por una crisis provocada por los abusos sexuales de clérigos católicos en contra de menores de edad. Hubiera sido preferible que el arzobispo polaco echara mano del imperecedero ejemplo de los apóstoles de Cristo, quienes sirvieron a Dios y a la Iglesia hasta el final de sus vidas.

Estos hombres de fe, en medio del dolor y la adversidad demostraron ser verdaderos héroes de la fe. El amor a Dios y a las almas les proporcionó la fuerza necesaria para avanzar contra viento y marea. Uno de ellos fue el apóstol Pablo, autor de la siguiente expresión: “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe” (1 Timoteo 4:7). Este enviado de Dios y sus compañeros en el apostolado comprendían perfectamente bien la importancia de terminar la carrera y resistir hasta el final. 

En sus más de siete años de pontificado, Benedicto XVI no logró dar respuesta a las necesidades y expectativas de los católicos. Tampoco estuvo a la altura del propósito para el que fue elegido por los 114 cardenales que lo elevaron a la silla papal. 

A pesar de haber llevado sobre sí el título de Vicario de Cristo (que significa “hacer las veces, asumir la representación, actuar en nombre y por mandato de Cristo”), Ratzinger fue incapaz de exhibir ante los católicos del mundo el carácter invencible de Cristo y los demás siervos de Dios, expresado con claridad por el profeta Jeremías: “Porque he aquí que yo te he puesto en este día como ciudad fortificada, como columna de hierro, y como muro de bronce contra toda esta tierra, contra los reyes de Judá, sus príncipes, sus sacerdotes, y el pueblo de la tierra. Y pelearán contra ti, pero no te vencerán; porque yo estoy contigo, dice Jehová, para librarte” (Jeremías 1:18-19). 

Mañana se cumple un año del retiro de Benedicto XVI, y su renuncia sigue dando de qué hablar. La semana pasada, Antonio Socci, periodista de origen italiano, insinuó en el periódico Libero que la dimisión en cuestión podría ser inválida ya que obedeció a las presiones de un grupo de cardenales opositores a él. Ante esto, la Stampa informó que el papa emérito escribió: “No hay un mínimo de duda acerca de la validez de mi renuncia al ministerio de Pedro. La única condición para su validez es la absoluta libertad de la decisión. Especular acerca de la invalidez es simplemente absurdo”.

Más allá de los motivos que haya tenido para declinar, lo cierto es que dicha decisión es una lamentable muestra de falta de fe y vocación. Si dimitió por su edad o por debilidad, exhibe cobardía. Demuestra pusilanimidad si su dimisión fue obligada por los casos de corrupción, tráfico de influencias y escándalos sexuales en el Vaticano, como sostuvo hace un año el diario italiano La República. Finalizo insistiendo en lo escribí hace un año en El Mexicano de Tijuana: un auténtico enviado Dios hubiera enfrentado la situación con fe, sin haber renunciado jamás a su encargo.

http://www.oem.com.mx/eloccidental/notas/n3305133.htm

miércoles, 26 de febrero de 2014

LA CAPTURA DE "EL CHAPO"

Por Armando Maya Castro

La noticia del mes, y probablemente la del año, es la detención del líder del cartel de Sinaloa, Joaquín Guzmán Loera, ‘‘El Chapo’’, el famoso narcotraficante que se fugó en enero de 2001 del penal de máxima seguridad de Puente Grande, Jalisco, y permaneció 13 años prófugo de la justicia.


En ese lapso, pese a la persecución de las autoridades mexicanas y estadounidenses, el sinaloense logró consolidar su cártel como uno de los imperios más poderosos de México, con ingresos que pueden exceder los 3 mil millones de dólares, indicó Forbes, revista en la que por cuatro años consecutivos figuró entre los hombres más ricos del mundo, al lado de personalidades como Bill Gates o Carlos Slim. El Departamento del Tesoro de Estados Unidos lo catapultó como el narcotraficante más poderoso del mundo. Poco después de su detención, el capo negó tener la riqueza que se le atribuye: “no tengo lana, es un leyenda de Forbes”.

La captura de ‘‘El Chapo’’, acaecida el pasado sábado 22 de febrero en Mazatlán, Sinaloa, debe tomarse como lo que es: un acto de desagravio social y un importante logro en la administración del presidente Enrique Peña Nieto, quien ha asegurado que “la aprehensión de uno de los capos más buscados a nivel internacional acredita la eficacia del Estado Mexicano”, pero no debe ser motivo para caer en triunfalismo.

Estoy de acuerdo con las voces que aseguran que esta detención no representa el fin del narcotráfico ni el cese de la ola de violencia que se registra en diversos estados de la República Mexicana. Es probable que en breve se conozca el nombre del sucesor de Guzmán Loera, señalado como el protegido de los ex presidentes Vicente Fox Quesada y Felipe Calderón Hinojosa. Respecto a este rumor, Fox Quesada señaló: “Son unos tontos los que dicen eso, es claro que es una tontería el hecho de quienes argumentan que fue el presidente Fox el que lo dejó salir o que negoció su salida; nosotros igual que Calderón estuvimos buscando volverlo a encerrar y fue hasta ahora que aflojó el cuerpo y qué bueno que ya está detenido”.

En el afán de poner tras las rejas a El Chapo, el gobierno de México a través de la Procuraduría General de la República, ofreció una recompensa de 30 millones de pesos; las autoridades de Estados Unidos, interesadas también en su captura –y ahora en su extradición a ese país– ofrecieron una recompensa de 7 millones de dólares (Proceso, 12 de marzo de 2012).

Para Edgardo Buscaglia, investigador de la Universidad de Columbia, la red criminal del Cártel de Sinaloa comenzará a desmantelarse realmente hasta que inicien las detenciones de los políticos que permitieron la operación y expansión del grupo criminal que lideraba Joaquín Guzmán Loera: “Veamos si comenzamos a ver cientos y miles de empresas legales desmanteladas... cuando empiece a haber esas detenciones de políticos y esos desmantelamientos, incautaciones y decomisos de activos reales, voy a ser el primero en aplaudir”, aseguró el experto en temas de seguridad.

La detención de El Chapo le viene bien al gobierno de Enrique Peña Nieto. Pero para acabar con las acciones criminales de los cárteles de las drogas, el gobierno federal deberá aprovechar la oportunidad de poner al descubierto esa red de protección que permitió que el capo sinaloense se convirtiera en lo que fue hasta hace unos días. El deber de las autoridades es investigar las probables conexiones de los grupos políticos mexicanos con el Cártel de Sinaloa y con las demás bandas organizadas que operan en México. Veremos si la actual administración federal está decidida a resolver el problema del crimen organizado.

Twitter: @armayacastro

sábado, 22 de febrero de 2014

RESPETO A LA LIBERTAD RELIGIOSA

Armando Maya Castro


“¡Lástima que la humanidad haya tenido que conquistar el principio de libertad religiosa por medio de baños de sangre y sobre montones de ruinas!” Con esta severa frase, Félix Benlliure Andrieux concluye sus reflexiones sobre las sangrientas guerras de religión en su libro Los Hugonotes: Un Camino de Sangre y Lágrimas.


Aunque el enunciado de Benlliure describe los esfuerzos por alcanzar la libertad religiosa en el tiempo de las llamadas Guerras de Religión –ocho periodos sanguinarios que se iniciaron el 1 de marzo de 1562 y concluyeron el 2 de mayo de 1598 con el tratado de Vervins–, lo cierto es que hasta el día de hoy no se puede hablar de dicho principio como una conquista, sino como una aspiración. La libertad religiosa conquistada por los protestantes calvinistas de Francia al término de aquellas guerras fue parcial.

No se puede hablar de plena libertad religiosa cuando existen en nuestro tiempo grupos y personas que siguen luchando para que se respeten sus convicciones. El pasado 7 de febrero, Barack Obama, consciente de las constantes violaciones a esta libertad fundamental, se refirió al tema durante la celebración anual del Desayuno Nacional de Oración. En dicho evento, el presidente de Estados Unidos criticó a los países que no respetan el derecho a profesar una religión, como es el caso de China, Birmania, Nigeria, Sudán y Sudán del Sur. Señaló que al retorno de Birmania a la comunidad internacional dependerá “del respeto a las libertades básicas, incluidas las de cristianos y musulmanes”. Sobre el caso Nigeria, donde los bombardeos contra iglesias católicas han dejado cientos de muertos y heridos, el mandatario estadounidense dijo que sus mezquitas e iglesias "merecen" estar en paz y "libres del terror". 

Actualmente, las violaciones sistemáticas y graves al derecho de libertad religiosa están a la orden del día en más de 20 países de mayoría islámica y con fuertes impregnaciones fundamentalistas. Similar situación se vive en varios países de mayoría católica, donde los grupos religiosos minoritarios siguen recibiendo ataques de las mayorías intolerantes.

En América Latina, nuestro país figura entre las naciones más golpeadas por la intolerancia religiosa. Los números de la Encuesta Nacional para Prevenir la Discriminación en México son reveladores y, en cierto modo, aterradores. Mientras que el 78% de los católicos negaron haberse sentido discriminados por profesar su religión, el 68.3% de las minorías religiosas registradas indicaron lo contrario. El caso más ilustrativo de esta intolerancia lo tenemos en el estado de Chiapas, donde el fundamentalismo sigue flagelando a las familias evangélicas que se niegan a participar en las festividades católicas locales. 

Desde el 29 de junio de 1962, la intolerancia religiosa ha producido violentos enfrentamientos, expulsiones y despojos en varias comunidades chiapanecas. En aquella fecha, los católicos fundamentalistas expulsaron a 48 evangélicos de Chanal, comunidad perteneciente al municipio de San Juan Chamula. De entonces a la fecha han pasado 52 años y la intolerancia religiosa sigue produciendo expulsiones, quema y destrucción de casas, cortes de agua y energía eléctrica, amenazas y despojos en agravio de quienes predican y practican una fe distinta a la católica. Algunos autores sostienen que estos atropellos comenzaron en 1966, dos años después del establecimiento del presbiterianismo en la población de San Juan Chamula. Hasta el año 2003, más de 34 mil chamulas habían sido expulsados por razones religiosas, es decir en promedio mil cada año, afirma Roberto Bancarte. Respecto a la impunidad de estos deplorables casos, el investigador de El Colegio de México apunta: “Los evangélicos fueron vejados, despojados de sus tierras y en ocasiones asesinados, sin que ninguna autoridad interviniera con eficacia para imponer la ley y castigar a los culpables” (Roberto Blancarte, Discriminación por Motivos Religiosos y Estado Laico: Elementos para una Discusión, Colegio de México, 2003, p. 293).

En junio del año pasado, diversas organizaciones civiles y grupos evangélicos dirigieron una misiva al gobernador Manuel Velasco Coello. Los firmantes denunciaron firmemente el incremento de los casos de intolerancia religiosa en Chiapas y la impunidad que rodea a los mismos: “Derivado de la administración anterior (de Juan Sabines), en los últimos años han ido creciendo los casos de intolerancia religiosa en Chiapas, sin que algún funcionario público haya tomado en serio la atención de esta problemática que lastima de manera considerable a la sociedad chiapaneca. En muchos de los casos se han esperado acciones concretas para la atención y la aplicación de la ley para el restablecimiento del Estado de Derecho, pero esto nunca ha sucedido” (Proceso, 25 de junio de 2013).

Ante tal impunidad los mexicanos nos preguntamos: ¿qué importancia tienen las leyes mexicanas que protegen el ejercicio del culto de todas las iglesias si existen grupos y personas que no las respetan? También nos preguntamos: ¿por qué razón no se cumple el derecho internacional que reconoce la libertad religiosa en diversos documentos? El anhelo de los integrantes de las minorías religiosas es que se respeten sus derechos y se cumpla la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y las leyes que de ella emanan, así como las obligaciones internacionales en materia de libertad religiosa, mismas que han sido plasmadas en la Declaración Universal de los Derechos Humanos (Artículo 18), el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (Artículos 18 y 27), la Convención de los Derechos del Niño (Artículo 14) y la Convención Europea de Derechos Humanos (Artículo 9).


http://www.el-mexicano.com.mx/informacion/editoriales/3/16/editorial/2014/02/22/733289/en-plan-reflexivo

martes, 18 de febrero de 2014

ATAQUES A LA ONU

Por Armando Maya Castro

Uno de los problemas más graves que enfrenta la Iglesia católica del tiempo actual es el de la pederastia sacerdotal. Este problema no es reciente, ni se remonta a la fecha en que la Organización de la Naciones Unidas (ONU) intervino denunciando a través de un informe la política poco colaboradora del Vaticano, quien fue omiso en su actuar en contra de los abusos sexuales en agravio de menores por parte de clérigos católicos.

La pederastia –“trastorno psicosexual que consiste en una tendencia a realizar actos o fantasías sexuales, de modo único o preferente con menores de poca edad” – ha afectado a la Iglesia romana desde siempre y de muchas maneras: en sus finanzas, pues, hasta el momento, ha desembolsado cientos de millones de dólares por concepto de costos legales, indemnizaciones, terapia para las víctimas y tratamiento para los sacerdotes. Asimismo, ha afectado la credibilidad de un considerable número de católicos, quiénes han comenzado a admitir la inmoral realidad de muchos de sus guías espirituales.

En el año académico 2002-2003, las escuelas católicas de Estados Unidos registraron bajas significativas en la cantidad de inscripciones, mismas que disminuyeron más estrepitosamente en el segmento comprendido entre el jardín de infantes y el octavo grado, según anunciaron funcionarios de 11 de los distritos más grandes de Estados Unidos. Ante las afirmaciones de algunos docentes católicos, que aseguraron que este descenso no fue ocasionado por los casos de pederastia sacerdotal, uno se pregunta: ¿por qué razón esas bajas se produjeron justamente tras la ola de denuncias en contra del clero pederasta norteamericano? A esto debemos agregar que –según una encuesta realizada en ese tiempo– uno de cada cinco feligreses católicos dijo que dejaría de donar dinero a sus diócesis. 

Las prácticas sexuales clericales, tan habituales en seminarios, monasterios y centros vocacionales, extrañan ya a muy pocas personas. Actualmente, muchísima gente sabe que –a pesar del voto de castidad “alcohol y sexo más o menos encubierto son dos constantes de las que no se ha librado ningún seminario ni ninguna institución católica a lo largo de la historia” (José Martínez de Velasco, Los documentos secretos de los Legionarios de Cristo, p. 39, Ediciones B, Barcelona, 2004). Esta situación es de suyo grave, pero lo es aún más cuando el abuso sexual se comete en agravio de menores de edad confiados a clérigos carentes de moral y sin escrúpulos. 

La pederastia sacerdotal es un mal añejo. “Los abusos sexuales a menores cometidos por el clero son un hecho habitual y normal desde hace siglos, así como lo es también la impunidad de la que goza el clero delincuente”. Lo anterior lo dice el escritor Pepe Rodríguez, autor de Pederastia en la Iglesia católica, libro en el que “analiza y denuncia, con solidez y dureza, la realidad, causas y efectos de la pederastia clerical”. Este autor hispano, en su obra La vida sexual del clero, pone al alcance de los lectores el resultado de un estudio realizado antes de febrero de 1995, fecha en la que aparece la primera edición de ese libro suyo. En ese tiempo se estimaba que “entre los sacerdotes actualmente en activo, un 95 % de ellos se masturba, un 60 % mantiene relaciones sexuales, un 26 % soba a menores, un 20 % realiza prácticas de carácter homosexual, un 12 % es exclusivamente homosexual y un 7 % comete abusos sexuales graves con menores”. La anterior investigación se centró únicamente entre el clero español. Si a los anteriores números agregamos los abusos que cometen los curas en todos los demás países que profesan el catolicismo, las cifras serían mucho más alarmantes.

Los niños y adolescentes que son “educados” en colegios e internados católicos, siempre estarán expuestos a sufrir de parte de sus deshonestos educadores diversos tipos de abusos: caricias por debajo y por encima de la cintura, masturbación, intento de coito y proposiciones de actividad sexual y sexo oral. 

Innumerables testimonios demuestran que los delitos sexuales del clero en perjuicio de menores son anteriores a enero de 2002, año en que estalló el escándalo de pedofilia que divulgaron la mayoría de los medios de comunicación en mundo.  El escritor español cuyas obras he venido citando afirma que a lo largo de su vida “jamás [ha] encontrado a nadie que haya estudiado en un colegio religioso y que no haya visto, oído o sufrido abusos sexuales por parte de algún religioso. Cualquier alumno de internado de esos colegios recuerda —ayer como hoy— las clásicas reconvenciones que algunos sacerdotes gustaban hacer a los niños más traviesos y guapitos, y que no tenían otra finalidad que la de servir de excusa para sobar a modo al menor”. Abundando en dicho particular, Pepe Rodríguez afirma: “con frecuencia, estas reconvenciones pasaban a mayores ya se llegaba a la relación sexual más o menos completa”.

Por décadas, este tipo de situaciones crecieron sin freno alguno, ocasionando el dolor de las víctimas inocentes y obligando la intervención de la ONU, quien ha sido atacada por diversas circunscripciones católicas en varias partes del mundo. Lo más reciente sobre este enfrentamiento fue publicado en el Semanario Desde la Fe de la Arquidiócesis Primada de México, en donde en vez de aceptar el informe veraz de Naciones Unidas, resultante de la narración de hechos delictivos reales, se ha defendido afirmando que el informe de la ONU está plagado de mentiras y verdades a medias, y que el organismo que tiene su sede en Nueva York fue presionado por grupos “rabiosamente antagónicos a la Iglesia”, entre los que destacan movimientos abortistas, promotores lésbico-gay así cómo asociaciones que lucran con el dolor de las víctimas. Esta deleznable defensa en nada ayuda a la Iglesia católica, quien debería de comenzar enjuiciando y poniendo a disposición de las autoridades civiles a los curas pederastas.

Twitter: @armayacastro 




jueves, 6 de febrero de 2014

EL VATICANO Y LA ONU: INTERCAMBIO DE CRÍTICAS POR PEDERASTIA

Por Armando Maya Castro

El Comité de la ONU sobre los Derechos del Niño acusó al Vaticano de permitir abusos a menores por parte de sacerdotes, así como de adoptar "políticas y prácticas que llevaron a la continuación de abusos y a la impunidad de los responsables". El Vaticano reaccionó sorprendido e irritado y denunció "distorsiones" en informe de la ONU
El pasado 16 de enero los medios de comunicación de todo el mundo dieron a conocer los pormenores de la comparecencia del Vaticano ante la ONU, ante quien tuvo que responder sobre la manera en que ha afrontado los casos de pederastia clerical en todo el mundo.

Ayer, a unos días de ese inédito acontecimiento, el Vaticano fue acusado por el Comité de los Derechos del Niño de violar gravemente la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño, aprobada en 1989 por la Asamblea General de las Naciones Unidas. Cabe recordar que esta Convención es el primer instrumento internacional jurídicamente vinculante que incorpora toda la gama de derechos humanos: civiles, culturales, económicos, políticos y sociales.

Mary Beloff sostiene que  dicha Convención es “el marco mínimo de reconocimiento y respeto a los derechos de los niños en el que deben inscribirse las prácticas y las políticas de los países que la han ratificado", entre ellas las del Vaticano, quien suscribió la citada Convención en 1990. Más tarde, concretamente en el 2001, firmó otros dos “protocolos opcionales”.

¿Pero en qué consistió específicamente la acusación que la ONU lanzó contra el Vaticano este miércoles 5 de febrero? Me permito compartir con usted, estimado lector, parte del informe en que se inculpa al Vaticano: "El Comité está seriamente preocupado porque la Santa Sede no ha reconocido las dimensiones de los crímenes cometidos, no ha tomado las medidas necesarias para responder a los casos de abusos sexuales de niños y para proteger a los niños, y ha adoptado políticas y prácticas que llevaron a la continuación de los abusos y a la impunidad de los perpetradores".

Asimismo, el informe fustiga el “código de silencio” que se adoptó para silenciar a las víctimas inocentes, privilegiando “sistemáticamente la preservación de la reputación de la Iglesia y el presunto ofensor sobre la protección de los niños”. Una de las exigencias de la recomendación de la ONU consiste en “apartar de inmediato de sus funciones a todos los autores conocidos o sospechosos de abusos sexuales, y denunciarlos a las autoridades competentes para que los investiguen y los procesen”. Otro de los requerimientos tiene que ver con la compensación a las víctimas y el llamado a rendir cuentas no sólo a los curas pederastas, sino también a los obispos que han encubierto tan monstruosos crímenes.

Tras conocer el informe del Comité de la ONU para los Derechos del Niño, la sede papal reaccionó denunciando “distorsiones” en dicho informe: "El documento no ha sido actualizado, le falta una perspectiva correcta", aseguró Monseñor Silvano Tomasi.

Esta actitud es lamentable, como también la postura que asumió durante su primera comparecencia pública ante Naciones Unidas, donde argumentó que los casos de pederastia son responsabilidad del sistema judicial de los países en que tuvieron lugar y no están bajo su control directo.

Aquí en México, el trabajo y las conclusiones de la ONU fueron reconocidos por Alberto Athié Gallo, impulsor del Informe Alternativo de México ante el Comité de los Derechos del Niños. El también ex sacerdote católico señaló que buscarán que un tribunal internacional le finque la responsabilidad de crimen de Estado a la "Santa Sede". Comparto la opinión de Athié Gallo en el sentido de que “el análisis del organismo internacional es "de un valor histórico sin precedente, porque nunca antes se había podido llamar a cuentas a El Vaticano y decirle lo que se le dijo".

@armayacastro

sábado, 1 de febrero de 2014

DECLARACIÓN CIUDADANA MÉXICO LAICO

Por Armando Maya Castro
La Declaración Ciudadana México Laico fue firmada por más de 800 organizaciones religiosas y mil 600 académicos, asociaciones civiles y un importante número de intelectuales

Hoy se cumplen dos años de la firma de la Declaración Ciudadana México Laico, documento que rechazó –con argumentos irrebatibles– la reforma del artículo 24 constitucional, aprobada vía fast track por la Cámara de Diputados, el 15 de diciembre de 2011.

La Declaración Ciudadana, promovida por el Foro Cívico México Laico, recogía la preocupación de cientos de miles de mexicanos que veían en la citada modificación una amenaza a sus libertades fundamentales. Fue firmada por más de 800 organizaciones religiosas y mil 600 académicos, asociaciones civiles e intelectuales, entre los que figuraban Elena Poniatowska, Jorge Carpizo McGregor, René Drucker, Francisco Martín Moreno, Arnaldo Córdova, Octavio Rodríguez Araujo y Álvaro Delgado, entre otros (La Jornada, 2 de febrero de 2012).

La firma del documento y el acto de protesta por la reforma del artículo 24 se realizaron en la Alameda Central, situada en el corazón de la Ciudad de México. Ahí, frente al hemiciclo a Benito Juárez –el republicano que incorporó a través de las Leyes de Reforma principios democráticos como la separación del Estado y las Iglesias– los firmantes rechazaron la reforma del artículo 24 constitucional, por considerar que sentaba las bases para el desmantelamiento del Estado laico y que otorgaba privilegios a la jerarquía católica.

El rechazo a la reforma del artículo 24 constitucional se basaba en las siguientes tres razones:

1.       La intencionalidad de la reforma: el desmantelamiento del Estado laico.
2.      La manipulación de la reforma: el concepto de «libertad de religión».
3.      Las consecuencias de la reforma: afectación de las libertades de las minorías religiosas.

Para que los senadores de la República analizaran con independencia de pensamiento la reforma del artículo 24 constitucional, la Declaración Ciudadana mostraba con absoluta claridad la intencionalidad de la modificación, consignada en el Dictamen emitido por la Cámara de Diputados, que advierte que después de reformar dicho artículo se “requerirá” revisar los artículos 3° (educación laica) y 130 (separación del Estado y las iglesias).

El documento en cuestión, que fue publicado en diversos diarios nacionales y en los principales de la mayoría de los estados de la República mexicana, evidenció también la manipulación del concepto de “libertad de religión”: “Un punto central en esta cuestión es la redefinición de la «libertad de religión» que pretende implantar la jerarquía católica, quien oferta un concepto tendencioso y sesgado de dicha libertad, asegurando que ella exige, entre otras cosas, impartir educación religiosa en las escuelas públicas. Desde luego, ya no se trata aquí de la comprensión de la libertad religiosa como derecho humano, ni de su entendimiento como un ámbito de autonomía personal que protege la conciencia individual; se trata, ahora, de una noción manipulada y licenciosa de la “libertad de religión”, que sirve de bandera para exigir privilegios religiosos”.

Respecto a las consecuencias de la reforma del artículo 24, la Declaración Ciudadana hacía ver a los senadores qué grupos serían los más afectados con el cambio legislativo: “Son las minorías religiosas quienes sufrirán principalmente las consecuencias de la reforma del artículo 24 constitucional. La implantación de educación religiosa en las escuelas públicas ocasionará que los niños y adolescentes que profesan una fe distinta a la católica sean víctimas de actos de intolerancia y discriminación, lo que incrementará la deserción escolar. Así, la religión se convertirá en un factor de división entre los alumnos que profesan distintos credos, lo que con el tiempo será un elemento de polarización social que dañará gravemente nuestra convivencia”. 

Por las razones expuestas en la Declaración Ciudadana, Foro Cívico México Laico y los firmantes de dicho documento solicitaron al Senado de la República: 1) rechazar la pretendida reforma; 2) abrir espacios de diálogo y reflexión, por la importancia de la temática; 3) aprobar la reforma del artículo 40 de nuestra Carta Magna, para constitucionalizar el carácter laico del Estado mexicano.

Respecto a esta última demanda, conviene mencionar que la Cámara de Senadores aprobó el 28 de marzo de 2012 la reforma del artículo 40 constitucional, de acuerdo al dictamen avalado: “Es voluntad del pueblo mexicano constituirse en una República representativa, laica y federal, compuesta de Estados libres y soberanos en todo lo concerniente a su régimen interior, pero unidos en una federación…”.

Ese día, pese a la solidez de los argumentos contra la modificación, el Senado aprobó la reforma al artículo 24 constitucional, lo que significó un atentado despiadado contra la esencia misma del Estado laico y de la reforma liberal que impulsó el Benemérito de las Américas.


A dos años de haber sido signada la Declaración Ciudadana México Laico, los mexicanos observamos alarmados la ola de atentados contra la laicidad del Estado, perpetrados por decenas de funcionarios públicos, algunos de los cuales han sido acusados por la organización República Laica, quien ha exigido a Gobernación expedir un comunicado dirigido a los funcionarios que han violado la Constitución, recordándoles que México sigue siendo un Estado laico. También observamos, esperanzados, el trabajo que realizan el Instituto de Investigaciones Jurídicas (IJJ-UNAM) y una Comisión de diputados federales, en la que participa activamente Foro Cívico México Laico, buscando revertir –a través de la redacción de la ley secundaria del 40 constitucional–, el contenido de la reforma del artículo 24 constitucional.