jueves, 2 de enero de 2014

UNA ORACIÓN ESPERADA

Por Armando Maya Castro


Templo sede internacional de la Iglesia La Luz del Mundo, donde la noche del pasado 31 de diciembre se celebró el servicio de adoración con motivo del año nuevo. Ahí, los fieles de esta Asociación Religiosa adoraron al Creador del universo y esperon la oración que el Apóstol de Jesucristo, Doctor Samuel Joaquín Flores, elevó en favor de las iglesias esparcidas en México y el mundo. (Foto: Raúl Macías)



La cita fue en el templo sede internacional de la Iglesia La Luz del Mundo, donde la noche del pasado 31 de diciembre transcurrió en medio de ruegos dirigidos al Creador, cánticos de gozo y gratitud y reflexiones de carácter doctrinal. 

El ambiente festivo, de alegría y regocijo espiritual, era más que evidente en todos los espacios de la colonia Hermosa Provincia, mismos que fueron abarrotados por más de 40 mil fieles procedentes de las distintas colonias y barrios de la Zona Metropolitana de Guadalajara, así como de varias ciudades de México y Estados Unidos.

La última noche del año fue la noche de la espera. La califico así porque la multitud reunida en Hermosa Provincia esperaba algo realmente especial. No esperaba participar en el clásico ritual que consiste en comerse 12 uvas al compás de las campanadas, creyendo que quien lo haga tendrá un año próspero. Tampoco esperaba presenciar una fiesta con música y fuegos artificiales, brindis callejeros y mucha bulla, prácticas inusuales en las ceremonias religiosas de la Iglesia La Luz del Mundo.

¿Esperaban acaso los fieles de la Iglesia las acostumbradas felicitaciones y los abrazos que suelen darse al término del servicio de adoración que se realiza el 31 de diciembre? Desde luego que no esperaban esto, tampoco la suculenta cena que las iglesias de la zona metropolitana de Guadalajara impartirían horas después en el Centro Recreativo Samuel Joaquín Flores.

¿Qué esperaban entonces los miembros de la Iglesia La Luz del Mundo la última noche del año? Esperaban la llegada del 2014, porque en los primeros minutos de este año se iba a elevar a Dios la súplica esperada: la del Apóstol de Jesucristo, Doctor Samuel Joaquín Flores, quien demandaría la misericordia  del Altísimo en favor de su pueblo.

Pero antes de que esta oración fuese elevada, hubo momentos de consejo, reflexión y análisis, tanto en el desarrollo del servicio de adoración como en el punto de doctrina, presididos por los pastores evangelistas Naasón y Benjamín Joaquín García, respectivamente. 

El servicio de adoración, que el hermano Naasón Joaquín calificó como un servicio de meditación, estuvo marcado por el fervor espiritual de todos y cada uno de los participantes, incluidos los orfeones de la Iglesia, cuya ferviente participación provocó el análisis y la reflexión de los fieles, además de contribuir a incrementar el regocijo espiritual de éstos. 

Desde el principio, el hermano Naasón invitó a los fieles de la Iglesia a realizar un examen de sus propias vidas. Pidió no caer en el error de minimizar las ofensas propias y magnificar las ajenas, pues ante Dios –dijo categórico– el pecado es pecado y su pago es la muerte espiritual, independientemente de la naturaleza del mismo. Explicó que esta muerte consiste en vivir sin la comunión de Dios, es decir, separados de Dios y de sus bendiciones. Por ello insistió en la necesidad de un análisis sincero para poder alcanzar los beneficios de la oración de misericordia, tan esperada por los integrantes de la Iglesia de Dios. 

Al término del servicio, llegó el momento de reflexión con base en la Palabra de Dios, que fue impartida por el hermano Benjamín Joaquín, quien explicó con ejemplos bíblicos que la sinceridad y el arrepentimiento son elementales para ser abarcados por la oración apostólica. 

El momento cumbre del evento se vivió cuando el Apóstol de Jesucristo elevó su oración a Dios en favor de los presentes pero también de los ausentes, es decir de los fieles de la Iglesia universal, quienes presenciaron las incidencias del último servicio del año a través del Internet. 

Minutos antes de que el Apóstol de Dios orará por su pueblo, el orfeón monumental de Hermosa Provincia entonó a Dios la alabanza “El año que se va”. Fue entonces cuando los fieles de la Iglesia universal comenzaron a experimentar una alegría indescriptible ante la proximidad del perdón divino, sintiendo que la oración de misericordia abría puertas que permanecían cerradas y presentaba ante ellos una nueva oportunidad para mejorar sus sentimientos, sus obras y sus vidas. 

No terminaba aún la participación del coro cuando el hermano Benjamín Joaquín expresó ante la Iglesia: “Estamos empezando a sentir la gracia de Dios, las cascadas de bendición de lo alto están siendo derramadas en este lugar”. Enseguida, bajo ese manto de espiritualidad que cubría a la Iglesia, expresó: “En estos momentos el representante de Cristo está levantando sus manos ante Dios; su oración la está escuchando el Alto Dios, su plegaria y su ruego por cada uno de nosotros…”. 

Fue en ese instante cuando los miembros de la Iglesia se fundieron en un abrazo espiritual y prolongado con su Creador, recibiendo por medio de la oración apostólica el perdón, la reconciliación y una nueva oportunidad, bendiciones que les han permitido comenzar este año con renovadas fuerzas y con la disposición de seguir siendo mejores en todo.

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