martes, 24 de diciembre de 2013

EL ESTADO LAICO EN EL 2013



Por Armando Maya Castro
En el 2013, el Estado laico fue violentado varias veces por la clase política mexicana, quien se negó a escuchar las voces que exigían respeto a la Constitución y a las leyes que de ella emanan. La Secretaría de Gobernación también se negó a imponer las sanciones que marca la ley


El balance del año 2013 en materia de laicidad es totalmente negativo. Me atrevo a asegurarlo porque en el transcurso del mismo el Estado laico fue violentado reiteradamente por la clase política mexicana, que se negó a escuchar las voces que exigían respeto a la Constitución y a las leyes que de ella emanan. 

Este año fue uno de los peores para la laicidad del Estado mexicano. No sé si igual o peor que el 2011, año en que la Cámara de Diputados aprobó la reforma del artículo 24 constitucional, cuya intencionalidad era otorgar privilegios a la Iglesia católica en detrimento de las minorías religiosas.

De lo que sí estoy seguro es que el 2013 fue el año con mayor número de violaciones al Estado laico por parte de varios funcionarios públicos de los tres niveles de gobierno, quienes tuvieron la osadía de participar en ceremonias religiosas pisoteando el legado de Benito Juárez y de los hombres de la reforma. 

Esto es muy lamentable si tomamos en cuenta que el Estado laico, desde que fue creado por Juárez en el siglo XIX, ha logrado garantizar las libertades de todos los mexicanos, así como la convivencia y armonía entre todas las corrientes ideológicas y religiosas que existen en México.

Uno de los primeros atentados contra el Estado laico en lo que va del agónico 2013 fue protagonizado por el presidente Enrique Peña Nieto y por Miguel Ángel Mancera, Jefe de Gobierno del Distrito Federal, quienes asistieron –a pesar de lo que ordena nuestra Carta Magna– a la ceremonia religiosa en la que Jorge Mario Bergoglio fue investido como nuevo papa de la Iglesia católica. 

El caso más polémico es el de Mancera, quien no sólo viajó injustificadamente a la ceremonia de entronización antes mencionada, sino que ha sostenido constantes acercamientos con el cardenal Norberto Rivera Carrera, con quien se ha reunido en eventos públicos con motivo de la campaña de desarme voluntario que se realiza en la Basílica de Guadalupe y en la Catedral Metropolitana.

Antes de continuar quiero referirme a lo que ha escrito Bernardo Barranco Villafán sobre el contagio de la clase política mexicana. El especialista en temas de religión escribió el 22 de mayo de 2013 en La Jornada: “El presidente Enrique Peña Nieto está sentando precedentes. Su evidente inclinación católica está contagiando a la clase política mexicana. Están saliendo del clóset los políticos devotos, de manera especial los políticos priístas”.

Las consagraciones de los gobernadores de Chihuahua y Veracruz, César Duarte Jáquez y Javier Duarte de Ochoa, respectivamente, prueban de manera fehaciente que Barranco Villafán tiene razón en lo que subraya. Nadie olvida que estos dos mandatarios estatales actuaron en clara transgresión al principio histórico de la separación del Estado y las iglesias al consagrar sus respectivas entidades al Sagrado Corazón de Jesús y a la Virgen María. 

El primero lo hizo en una misa que fue presidida por el arzobispo Constancio Miranda Weckmann, ocasionando que el senador Javier Corral Jurado, del Partido Acción Nacional, denunciara al gobernador chihuahuense ante la Secretaría de Gobernación y la Subsecretaría de Asuntos Religiosos, acusándolo de violentar la Constitución y la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público.

Posteriormente, la alcaldesa de Monterrey, Margarita Arellanes Cervantes, entregó las llaves de la ciudad a Jesucristo. Lo hizo durante un evento evangélico denominado “Monterrey ora”, el cual fue organizado por la Alianza de Pastores de Monterrey. El proceder de la alcaldesa constituye una violación de los artículos 1°, 24, 40 y 130 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, así como de los artículos 1°, 3°, 25 y 29 de la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público (LARCP).

Atentados similares contra el Estado laico fueron cometidos también por los alcaldes Rodolfo Ambriz Oviedo de Benito Juárez, Nuevo León (PAN); César Garza Villarreal de Guadalupe, Nuevo León (PRI); y Enrique Pelayo Torres de Ensenada, Baja California (PRI), quienes pasaron por encima de la ley al entregar a Jesucristo las llaves de sus municipios.

La avalancha de violaciones al Estado laico en el 2013 incluyó también al presidente municipal de Ixmiquilpan, Cipriano Charrez, quien colocó la banda presidencial al Cristo del Señor de Jalpan. Otros actores políticos que figuran en esta deshonrosa lista son: Eruviel Ávila, gobernador del Estado de México; Enrique Martínez Martínez, titular de la Sagarpa, quien pidió que la virgen de San Juan de los Lagos lo ilumine como responsable del agro en México; Jesús Valencia, delegado de Iztapalapa, quien montó un caballo para encabezar la peregrinación anual del "pueblo de Iztapalapa" hacia la Basílica de Guadalupe. Menciono, por último, los nombres de dos dirigentes partidistas que se han conducido sin respeto al Estado laico: Víctor Hugo Castañeda y Alejandro Yáñez, dirigentes del PAN y PT en Durango. 

Sé muy bien que existen otros casos, pero los mencionados hasta ahora deberían preocuparnos e impulsarnos a realizar acciones encaminadas a consolidar el Estado laico, un legado que debemos defender en el 2014 como no lo hicimos en el 2013.


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