martes, 25 de junio de 2013

¿CUÁL ES EL FUTURO DEL ESTADO LAICO?

Por Armando Maya Castro

Pese a que el artículo 40 constitucional declara laica a la República mexicana, las violaciones al Estado laico están a la orden del día



En abierta violación al Estado laico, diversas autoridades estatales y municipales han participado oficialmente en eventos católicos o evangélicos, violando así el artículo 40 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, donde se establece con absoluta claridad que la República Mexicana, además de representativa, democrática y federal, es laica.
Estos atropellos a la ley han sido denunciados y muy comentados en los medios de comunicación y en las redes sociales, donde se han levantado diversas voces que exigen sanciones para los políticos que han violentado el Estado laico y la histórica separación entre el Estado  y las iglesias.
Hasta ahora, en cada uno de estos actos la gran triunfadora ha sido la impunidad, lo que alienta a otros políticos a proceder de manera similar, olvidando que en un Estado laico su servicio público debe ceñirse a la ley y permanecer al margen de prácticas de tipo religioso.
Tenemos ahora el caso de Guillermo Padrés Elías, gobernador de Sonora, quien fue recibido en el Vaticano por el papa Francisco, a quien invitó a su estado natal en los siguientes términos: “Sonora le invita, de todo corazón, a que nos conceda el privilegio de su visita. Para nosotros será un motivo de entusiasmo y de alegría tan grande como la fe, la esperanza y la caridad que anida en el espíritu de sus hijos, los hijos de Sonora”.
La afirmación de Padrés Elías es violatoria de nuestra Carta Magna y de las leyes que de ella emanan, las cuales juró cumplir y hacer cumplir al asumir la gubernatura de su estado. Como las demás entidades de la República, Sonora es un estado cuya composición religiosa es plural. Lo anterior lo demuestra la información que el INEGI recabó durante el Censo de Población y Vivienda 2010,  la cual revela que cerca del 20% de la población sonorense no profesa el catolicismo. Así es que, declarar a los sonorenses “hijos del papa” es declarar católicos a los miles de sonorenses que, haciendo uso de su libertad religiosa, han optado por una fe distinta a la católica.
Este tipo de proceder, aparte de atropellar al Estado laico, atropella también los sentimientos religiosos de las personas que no se identifican con el catolicismo. Esto ya sucedió en el sexenio pasado, cuando Felipe Calderón Hinojosa, desde el más alto cargo político del país, señaló que los mexicanos “somos guadalupanos, independientemente […] de las creencias o no creencias…”. Esa declaración falaz y excluyente hirió los sentimientos de más de 20 millones de personas que no se identifican ni con la Iglesia romana ni con el guadalupanismo. El gobernador de Sonora hace exactamente lo mismo. No declara a los sonorenses guadalupanos, como lo hizo Calderón, pero los declara “hijos del papa”, pasando por encima de la forma de pensar y de creer de decenas de miles de gobernados suyos.
Mi postura ha sido siempre de respeto a las creencias religiosas de las personas dedicadas a la política, hombres y mujeres que deben de tomar conciencia que un Estado laico está al servicio de todos los ciudadanos, sean católicos, evangélicos, ateos, agnósticos, musulmanes o judíos. Por ello, coincido con las voces que sostienen que la perspectiva laica es la única que puede garantizar que los espacios e instituciones públicas sean respetuosos y tolerantes con todas las opciones morales y religiosas de los ciudadanos. Esto no está sucediendo hoy por hoy en nuestro querido México, donde el atropello cotidiano a la laicidad se traduce en atropellos a nuestros derechos humanos y libertades fundamentales.
Lo que todo mundo lamenta es que, por intereses político-electorales, nuestros gobernantes tengan que someterse al capricho de una jerarquía católica insaciable, que pretende someter a su arbitrio al Estado y a la clase política mexicana, buscando apoderarse de la educación oficial para imponer, desde las escuelas públicas, su visión moral de las costumbres, así como aquellos dogmas que han sido confeccionados en los concilios ecuménicos que ha realizado la Iglesia católica.
El Estado confesional forma parte de un pasado cuyo retorno es anhelado únicamente por el clero católico y por la derecha mexicana, infiltrada actualmente hasta en aquellos partidos que hace algunos años estaban etiquetados como de centro y de izquierda. Este hecho patente e irrefutable, así como el silencio e inacción de la Secretaría de Gobernación, son cosas que nos preocupan seriamente y nos llevan a preguntarnos: ¿Cuál es el futuro del Estado laico con una clase política esmerada en satisfacer las demandas clericales?
Los mexicanos no debemos cruzarnos de brazos esperando el surgimiento de una generación de políticos que sea capaz de frenar el proceso de deterioro de la laicidad del Estado mexicano. Nuestro deber es sumar esfuerzos que estén orientados al fortalecimiento y consolidación del Estado laico.

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