jueves, 31 de enero de 2013

LA MUJER Y LA EDUCACIÓN CONFESIONAL



Por Armando Maya Castro
En el siglo de sor Juana Inés de la Cruz, las mujeres eran educadas para ser madres y esposas abnegadas, quedando excluidas de la búsqueda del saber
 
Durante el Virreinato, los derechos de las mujeres no gozaban del reconocimiento de la sociedad. Esta situación se vivió también en las primeras décadas del México independiente y se extendió a los primeros años del siglo XX. Virginia Kugler sostiene que “el modelo de conducta impuesto a la mujer era severo y muy exigente; partía de la idea de que el varón era más perfecto que la mujer, y que ésta era un criatura inferior”.

¿Pero en que se basaba la sociedad de entonces para conceptuar así a la mujer? El problema, como veremos enseguida, era de tipo educacional. Sor Juana Inés de la Cruz nos dice que en su tiempo “el saber era monopolio de los varones”; pero no de todos, sino de un porcentaje mínimo de éstos. En su libro “Las trampas de la fe”, Octavio Paz señala que en el siglo de la poetisa mexicana, “ni la Universidad ni los colegios de enseñanza superior estaban abiertos a las mujeres”. Si Juana de Asbaje sobresalió en una época con tantas limitaciones para las mujeres fue gracias a “su avidez de cultura, notable desde los infantiles años de Panoayán…”.  

En la misma obra, el Premio Nobel de Literatura afirma que fueron “los libros del abuelo” los que le abrieron a Juana Inés “las puertas de un mundo distinto al de su casa. Un mundo al que no podían entrar ni su madre ni sus otras hermanas: un mundo masculino”. En ese mundo dominado por la misoginia, “a la doncella se le exigía obediencia, humildad, modestia, discreción, vergüenza, retraimiento y era educada en el recato, silencio y obediencia a los hombres. El objeto de estas enseñanzas era hacer de ella una candidata viable para contraer matrimonio”, asienta Kugler.

Mención aparte merece el esplendor intelectual que alcanzó sor Juana en una época en que la mayor parte de las mujeres eran analfabetas, tanto, que “las transacciones legales que requerían certificación notarial eran firmadas por mujeres a través de testigos disponibles”, según señala Leslie Bethell, en su libro “Historia de América Latina”. Este historiador sostiene que sor Juana “fue una defensora pionera de la educación de la mujer, lo cual manifestó apasionadamente en una carta dirigida al obispo de Puebla”. 

Este dato deja en claro que la poetisa mexicana no se limitó a buscar su propia superación, sino que procuró, pese a los prejuicios y barreras existentes, la superación educacional de las mujeres de su tiempo, quienes vivían sometidas al poder de los hombres: las solteras a los padres y las casadas a los maridos. 

En la exclusión de la mujer en ese tiempo contribuyeron de manera determinante los discursos misóginos del clero romano. El libro “La perfecta casada”, escrito por Fray Luis de León, en 1583, lo demuestra sin ambages: "Porque el hablar nace del entender, y las palabras no son sino como imágenes o señales de lo que el ánimo concibe en sí mismo; por donde, así como a la mujer buena y honesta la naturaleza no la hizo para el estudio de las ciencias, ni para los negocios de dificultades, sino para un solo oficio simple y doméstico; así les limitó el entender, y por consiguiente les tasó las palabras y las razones...".

Este tipo de discriminación era común en aquella época y se daba principalmente en la Iglesia católica. Así lo demuestran las palabras de Fray Alonso de Herrera, autor del libro “El espejo de la perfecta casada”, donde critica las aspiraciones de superación de las mujeres: "No es bien que tenga la mujer una letra más que su marido. Pues ya si son muchas letras, si es letrada y tiene entendimiento y discreción, ¿quién se averiguará con ella?"

Ahora que la Iglesia católica busca el retorno de la educación confesional a las escuelas públicas mediante la reforma del artículo 24 constitucional, debemos tener presente lo ocurrido en aquellos siglos, así como el dato que Francisco Martín Moreno nos proporciona en su obra “México ante Dios”, donde nos dice: “…la iglesia monopolizó la educación durante tres siglos y medio, de modo que para 1821, cuando Iturbide llegó al poder, México, con cuatro millones de kilómetros cuadrados, se encontraba sepultado en el analfabetismo con un noventa y ocho por ciento de la población incapaz de saber leer y escribir”. 

Al observar el carácter excluyente y misógino de la educación católica y los pobres resultados de la misma, me convenzo aún más de que sería completamente perjudicial para la vida de nuestra nación el retorno de la educación confesional. ¿Usted qué opina? 


 @armayacastro


Este artículo fue publicado el día 31 de enero en el diario El Occidental de Guadalajara, Jalisco. 







martes, 29 de enero de 2013

NUNCA MÁS



 Por Armando Maya Castro


Los campos de concentración y exterminio nazi fueron creados en enero de 1933 con el propósito de someter a trabajos forzados a los judíos y de asesinar en masa al mayor número de ellos

Como todos los años, el pasado 27 de enero se realizaron diversos actos con motivo del “Día Internacional de la Memoria del Holocausto”, fecha instaurada mediante resolución 60/7 de las Naciones Unidas en memoria de los 6 millones de judíos asesinados por el régimen de Adolfo Hitler, el villano más cruel en la historia de la humanidad, quien superó en crueldad a Calígula, Nerón y demás villanos que han existido. 

Las investigaciones sobre la barbarie del Holocausto nazi aún no terminan, afirma la investigadora Juliane Wetzel, quien se ha especializado en el tema del antisemitismo, fenómeno ancestral que, por desgracia, “sigue existiendo en la sociedad y se manifiesta de diversas formas”, señaló la especialista antes mencionada, quien trabaja en el Centro para la Investigación del Antisemitismo de la Universidad Tecnológica de Berlín, y es coordinadora independiente de un círculo de expertos que informa regularmente al Parlamento alemán acerca del antisemitismo en Alemania.

En Jerusalén, desde el Museo Yad Vashem, donde fue inaugurada la exposición “Recolectando fragmentos”, el primer ministro Benjamín Netanyahu manifestó que “el antisemitismo no ha desaparecido, ni tampoco el deseo de destruir a una parte considerable del pueblo judío y el Estado de Israel”. Ahí mismo, explicó que el Holocausto ha sido negado por países como Irán, “que no detiene su carrera sistemática e implacable para conseguir armas nucleares”.

En la realización de los actos en memoria del Holocausto no faltó el mensaje del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, quien rindió tributo a las víctimas de la Alemania Nazi, al tiempo de expresar el compromiso de Estados Unidos de combatir a "cualquier tirano o dictador que cometa crímenes contra la Humanidad, y permanecer firme al principio de «Nunca más»". 

En declaración escrita, el mandatario estadounidense dijo que "aunque este es un momento para el duelo y la reflexión, también es el momento de la acción. En este día, recordamos el valor, el espíritu y determinación de aquellos que resistieron con heroísmo a los nazis, dando ejemplo de lo mejor de la Humanidad", dijo Obama.

Lo importante es que la condena al Holocausto siga viva, y que se siga luchando contra los estereotipos negativos del pueblo judío. Tengamos presente que las convicciones de que un grupo posee características negativas generan malestar, desagrado y comportamientos discriminatorios. En 1933, año en que Hitler ascendió al poder, “los universitarios de Princeton describieron a los judíos como hábiles, mercenarios, industriosos y codiciosos” (Katz y Braly, 1933). Los nazis asignaron, además, otras características a los judíos: “los retrataban como conspiradores, sucios y libertinos y no sólo como una amenaza para la paz y la prosperidad, sino también como un peligro para la salud y la pureza de las jóvenes arias”. 

Hitler fue más lejos al presentar a los judíos ante los alemanes como una seria amenaza para la raza aria: “Si el judío llegase a conquistar las naciones del mundo, su triunfo sería entonces la corona fúnebre y la muerte de la humanidad. Nuestro planeta  volvería a rotar desierto en el Cosmos, como hace millones de años” (Mi lucha, p. 60). 

Si queremos que nunca más se repita lo ocurrido en los campos de concentración y exterminio nazi, las naciones del mundo tendrán que trabajar más y mejor en el tema del respeto a los derechos humanos. No hay que olvidar que la Declaración Universal de los Derechos Humanos, aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en el año de 1948, nació al término de la II Guerra Mundial, “guerra en la que el ser humano mostró su cara más cruel (campos de concentración y exterminio como Auschwitz o Treblika, bombardeos sobre la población civil, violaciones masivas…)”. 

El antisemitismo y demás formas de racismo no son cosa del pasado. Actualmente, las violaciones a los derechos humanos siguen siendo un tema de preocupación en México y el mundo. José Vicente Mestre Chust habla de lo que sucede en nuestro tiempo y nos dice que “aún hoy se producen agresiones a personas y se las priva de sus derechos fundamentales por razones de raza, etnia, religión y condición sexual. Los pueblos indígenas continúan siendo considerados ciudadanos de clase inferior y son víctimas de rechazo, discriminación y exclusión social”.

Es obligación de la presente generación realizar los esfuerzos necesarios para ponerle fin a las violaciones a los derechos humanos; sólo así podemos contribuir a que los seres humanos podamos construir un mundo sin violencia, libre de las barreras raciales, ideológicas, económicas, culturales y religiosas. 


 @armayacastro


Este artículo fue publicado el día 29 de enero de 2013 en los diarios El Mexicano de Tijuana y La Prensa Jalisco