Por Armando Maya Castro
La Iglesia La Luz del Mundo recordó en todo el mundo la entrada del Apóstol Aarón Joaquín a la ciudad de Guadalajara, Jalisco |
Ayer se cumplieron 86 años
de la llegada del Apóstol de Jesucristo, Maestro Aarón Joaquín González, a esta
ciudad de Guadalajara, suceso que fue celebrado en un ambiente de fraternidad
cristiana por cientos de miles de fieles de la Iglesia La Luz del Mundo, tanto
en México como en los 43 países donde esta institución tiene presencia.
Este acontecimiento marca el
nacimiento de la Iglesia de Guadalajara y el simultáneo establecimiento de la
sede del gobierno apostólico en esta ciudad, así como el inicio de la
predicación del Evangelio en obediencia a la ordenanza divina dada al hermano
Aarón: “Quiero que prediques el Evangelio en esta ciudad, pues tengo un gran
pueblo que me servirá y será ejemplo para muchas naciones que me conocerán, y
esta será la prueba de que yo te he enviado: Yo estaré contigo”.
El hermano Aarón Joaquín comenzó
a predicar el Evangelio desde el día de su llegada a Guadalajara, el 12 de diciembre
de 1926. Lo hizo con admirable valor y firme convicción, pero también con
absoluto celo, evitando alterar el Evangelio que Jesucristo y sus apóstoles predicaron
en el siglo I de nuestra Era. Su predicación buscaba, por encima de todo, otorgar
paz espiritual y conocimiento de salvación a las almas. No lo movían intereses
personales, sino el deseo de cumplir la encomienda divina.
La recepción intolerante que
el Apóstol de Jesucristo recibió de los habitantes de esta ciudad no quebrantó
su fe ni impidió que recorriera las plazas, colonias y barrios de la ciudad
predicando a hombres y mujeres, ricos y pobres, ilustrados e iletrados, las
alegres nuevas de salvación. Impulsado por su fe, el hermano Aarón va y viene,
vuelve andar y a desandar lo andado,
movido en todo momento por el interés de impartir a las almas su mensaje de
salvación.
La autenticidad y fuerza de
su mensaje lograron persuadir a muchas personas de distintos estratos sociales,
quienes tomaron la decisión, libre y voluntaria, de incorporarse a la Iglesia
de Dios. El hermano Aarón, a semejanza de los apóstoles de la Iglesia
primitiva, era un convencido de que las almas se conquistan por el amor de
Dios, nunca por la fuerza.
El éxito de su obra en esta
y en muchas otras ciudades y poblaciones de México, le granjeó una fuerte
oposición por parte de los sectores más conservadores del catolicismo, quienes recurrían
a prácticas intolerantes y actitudes persecutorias, buscando detener el
crecimiento de la Iglesia del Señor. Aquellos años fueron muy difíciles para el
hermano Aarón y para quienes formaban parte de esta comunidad. La intolerancia
religiosa se materializaba en una serie de agravios perpetrados por quienes pensaban
que en esta ciudad no había lugar para otras iglesias, sino sólo para la
católica. Los hermanos eran ignorados cuando acudían a las autoridades
invocando a su favor las leyes vigentes, mismas que habían sido convertidas en letra
muerta.
Aquel entorno hostil y
adverso no cambió en las siguientes décadas; se mantuvo así a lo largo de sus
38 años de trabajo apostólico. Tampoco cambió su fe, virtud que lo ayudó a
establecer la Iglesia de Dios en poco más de 60 ciudades y comunidades de la
República Mexicana, así como en dos ciudades de Estados Unidos (Los Ángeles,
California y San Antonio, Texas), dos de El Salvador, Centroamérica (San
Salvador y San Miguel) y en San José, Costa Rica.
Cuando Dios trasladó al
hermano Aarón al descanso eterno, el 9 de junio de 1964, se produjo el
llamamiento apostólico del Hermano Samuel Joaquín, quien sigue llevando a la
Iglesia La Luz del Mundo por el sendero del éxito. En sus 48 años de trabajo
apostólico, ha impulsado con sus palabras y ejemplo la predicación del
Evangelio, logrando la conversión de cientos de miles de almas en 43 naciones
del mundo, así como la edificación de más de 3 mil templos y un importante
número de obras de beneficio social: jardines de niños, escuelas primarias y
secundarias, preparatorias, universidades, hospitales, clínicas, asilos,
fundaciones, etcétera.
Hoy, gracias al admirable
trabajo de los dos apóstoles de la restauración, la Iglesia La Luz del Mundo se
sitúa como la minoría religiosa con mayor crecimiento en la República mexicana,
con logros que gozan del reconocimiento de propios y extraños, tanto dentro
como fuera del país. A 86 años de la llegada del hermano Aarón a esta ciudad,
permanece encendido entre los miembros de esta comunidad el anhelo de predicar,
de acuerdo con las directrices apostólicas, los altos valores del cristianismo.
@armayacastro
Esta columna fue publicada el 13 de diciembre de 2012 en el diario El Occidental
Esta columna fue publicada el 13 de diciembre de 2012 en el diario El Occidental
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