sábado, 23 de julio de 2016

LAS UNIVERSIDADES Y EL ESTADO LAICO

Por Armando Maya Castro
Desde hace tiempo, la UNAM viene realizando un admirable trabajo en materia de defensa del Estado laico. Sería bueno que las demás universidades públicas del país imitaran el ejemplo de nuestra máxima casa de estudios (Foto: Portal UNAM). 

La mayoría de los expertos en materia de laicidad coinciden al señalar que urgen acciones para detener el alud de violaciones al artículo 130 constitucional, el cual establece con absoluta claridad la separación del Estado y las iglesias, un principio histórico que varios políticos de nuestro tiempo han quebrantado, como también han transgredido el artículo 40 de nuestra Carta Magna, que define como “laica” a la República Mexicana.

La propuesta de la UNAM, la máxima casa de estudios del país, que es a su vez la institución de educación superior más importante de México, es en el sentido de que, con un lenguaje sencillo y comprensible para todos, se lleve a cabo un trabajo que “concientice” a la sociedad sobre la importancia de preservar incólume el Estado laico y la educación que en el marco del mismo se imparte. 

Creadora de la Cátedra Extraordinaria “Benito Juárez”, la UNAM organiza a través de dicha cátedra “seminarios, la publicación de textos y la realización de otras iniciativas universitarias como concursos de ensayo o programas de televisión”, todo orientado a fortalecer la cultura de laicidad, un aspecto al que varias universidades públicas del país le han restado importancia. 

En mi opinión, el ejemplo de la UNAM debería ser imitado por todas las instituciones de educación superior, principalmente por las universidades públicas del país, algunas de las cuales parecen trabajar en dirección contraria, favoreciendo con su silencio el proyecto de la jerarquía católica y de la extrema derecha, cuyas acciones pretenden el retorno del Estado confesional, opuesto al Estado laico y a las libertades que de él emanan.

Y ya que hablamos de Estado confesional, conviene recordar a las nuevas generaciones de mexicanos lo que muchos de ellos han olvidado: que en la vigencia del México confesional el monopolio absoluto de lo “religioso” fue de la Iglesia mayoritaria, y que en esos siglos la intolerancia religiosa alcanzó altos niveles de brutalidad y crueldad en agravio de quienes impugnaban el dogma represivo del catolicismo. 

Si las instituciones de educación superior deciden imitar el ejemplo de la UNAM, los políticos contrarios al Estado laico quedarán maniatados para trabajar en modificaciones constitucionales orientadas a favorecer los intereses de poder de los jerarcas de la Iglesia mayoritaria, quienes insisten en que se reformen aquellos artículos constitucionales que les impiden recuperar los privilegios que perdieron cuando Benito Juárez promulgó las llamadas Leyes de Reforma. 


















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