viernes, 20 de marzo de 2015

BENITO JUÁREZ Y LOS EVANGÉLICOS DE MÉXICO

Por Armando Maya Castro

Por adelantado, miles de evangélicos del estado de Tabasco celebraron el pasado lunes el 209 aniversario del natalicio de Benito Juárez García, contando con la presencia del gobernador de esa entidad, Arturo Núñez Jiménez, quien reconoció en el Benemérito de las Américas a un hombre fiel a sus principios, que trabajó en  la construcción democrática de México.

Este homenaje, y muchos otros que los evangélicos de México han brindado a la figura de Juárez en celebraciones similares, son resultado del reconocimiento de las iglesias no católicas al legado juarista, lo que permitió que en nuestro país existiera la diversidad religiosa. Esto último era algo impensable e imposible antes de que fuesen promulgadas las Leyes de Reforma, ese “conjunto de leyes y decretos cuyo objeto era implementar la ejecución de algunas normas constitucionales dirigidas a terminar con el inmenso poder de la iglesia católica en la vida política nacional”, apunta Fernando Serrano Migallón en su obra Las Constituciones de México.

Fue "con el triunfo de las ideas liberales, plasmadas en la Constitución de 1857, y con la Ley de Libertad de Cultos, promulgada por Benito Juárez en 1860", cuando "se puso en marcha el marco legal [...] para dar oportunidad a los mexicanos de conocer y practicar otras creencias diferentes al catolicismo", señala Deyssy Jael de la Luz García en su obra El Movimiento Pentecostal en México: La Iglesia de Dios, 1926-1948.
Antes de Juárez y los hombres de la Reforma, las diversas constituciones que tuvo México eran intolerantes, pues sólo reconocían a una Iglesia: la católica, cuyos jerarcas gozaban de todo género de privilegios, incluso por encima del Estado. Estas prerrogativas llegaron a su fin luego de la promulgación de las Leyes de Reforma, incorporadas a la Carta Magna de 1857, el 14 de diciembre de 1874, durante el mandato de Sebastián Lerdo de Tejada.

Hasta aquí, todo bien para México y también para los evangélicos, quienes comenzaron a ejercer inmediatamente la libertad religiosa otorgada por las leyes juaristas, lo que ocasionó el furor de los clérigos y fieles de la Iglesia católica. La reacción católica ante la labor proselitista que los evangélicos comenzaron a realizar desde aquellos años, incrementó la intolerancia religiosa en varias zonas del país, como lo han documentado diversos autores.

En estos 150 años, la herencia juarista no ha logrado suprimir del todo la intolerancia religiosa, como muchos lo quisiéramos. Aun así, tenemos que agradecerle a Juárez y a los liberales de su tiempo la existencia de las leyes que, de entonces a la fecha, han sido creadas en contra de la discriminación e intolerancia religiosa, enemigos despiadados de las minorías religiosas.

Sobre la figura de Juárez, debo decir que, a pesar del desdén a su obra por parte del clero católico, ésta se ha agigantado con el correr de los años. Las infamas que durante más de 150 años se han volcado contra esa figura señera, no han logrado afectar la personalidad del oriundo de San Pablo Guelatao, Oaxaca. Los grupos de derecha, empecinados en sepultar el legado laicista de Juárez, no han conseguido su objetivo. Tampoco lo ha logrado la clase política y gobernante que se rinde a los pies de un poder extranjero, permitiendo la intromisión del Vaticano en asuntos internos de México, como lo hizo el papa Francisco al expresar su deseo de que Argentina se encuentre “a tiempo de evitar la mexicanización”. 

A dos días de la celebración oficial del natalicio de Benito Juárez, los mexicanos seguimos altamente preocupados por los esfuerzos anti laicistas del clero y de la derecha confesional, interesados en reformar los artículos constitucionales que impiden que la Iglesia católica recupere privilegios en el campo de la educación pública y en la posesión y control de los medios masivos de comunicación.

Twitter: @armayacastro 


Publicado el 20 de marzo de 2015 en el diario El Mexicano


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