sábado, 18 de octubre de 2014

EL INM Y LOS DERECHOS DE LOS MIGRANTES

Por Armando Maya Castro 

El pasado lunes 13 de octubre viajé a la Ciudad de México por motivos de trabajo. A mi regreso a Guadalajara pude confirmar que la revisión en materia de migración es más estricta que en materia de tráfico de estupefacientes, esto a pesar de que está debidamente documentado que algunos grupos dedicados al narcotráfico han llegado a utilizar autobuses de pasajeros para el traslado ilícito de drogas.

Y lo digo porque personal del Instituto Nacional de Migración  (INM), que tiene la misión de fortalecer la protección de los derechos y la seguridad de los migrantes nacionales y extranjeros, realizó dos revisiones –por cierto muy amables– al autobús en que retorné a esta ciudad, pidiendo a los que viajábamos a bordo de la unidad probar con cualquier credencial nuestra identidad mexicana.

Estas acciones de revisión son necesarias, lo mismo que los operativos que se realizan en varios estados de la República con el propósito de reducir el éxodo de migrantes a la Unión Americana, logrando con este tipo de actividades el rescate de miles de personas que no pueden acreditar su estancia ilegal en México. Estará de acuerdo conmigo, estimado lector, que con estos operativos se brinda protección a los migrantes centroamericanos, además de impedir que sean objeto de extorsiones, secuestros y violaciones por parte de policías corruptos y miembros del crimen organizado.

Siempre he estado convencido de que ningún problema hay en la ejecución de este tipo de operativos. El problema sería que en el desarrollo de los mismos se cometieran atropellos a los derechos humanos de los migrantes, como ha ocurrido en operativos que se han realizado en el estado de Tabasco y en la zona limítrofe de Oaxaca y Chiapas; esto según información periodística y denuncias de diversas organizaciones defensoras de derechos humanos, quienes se han dado a la tarea de documentar y denunciar tales abusos.

¿Son estos atropellos hechos aislados, como han sido calificados por quienes aplauden y defienden el trabajo del Instituto Nacional de Migración? Para organizaciones no gubernamentales como el Instituto para la Seguridad y la Democracia (Insyde), las violaciones a los derechos humanos perpetrados por agentes del INM no son hechos aislados, sino “prácticas institucionalizadas”. Así lo señala el Insyde en su “Informe sobre estaciones Migratorias del Instituto Nacional de Migración, en el que, a través del Observatorio Ciudadano de los Derechos Humanos del Migrante, recaba 171 testimonios de indocumentados para conocer los abusos a los que han sido sometidos.

Hace algún tiempo, el Centro de Derechos Humanos del Usumacinta, A.C., señaló a los agentes del INM y a las autoridades policiacas como los principales protagonistas de las prácticas xenofóbicas y de la criminalización hacia los migrantes centroamericanos. En esa ocasión la Asociación Civil antes mencionada dijo que los abusos en contra de los centroamericanos en suelo mexicano “son parte de una política migratoria xenofóbica”, ejemplificándolo con el caso Tultitlán, Estado de México; Matías Romero, Oaxaca; Chiapas, etcétera.

Lo cierto es que cada vez que se cometen abusos de esta naturaleza aparece la reacción expedita de personas y organizaciones que exigen el cese de la discriminación en contra de los migrantes. Son estas personas y grupos los que han propuesto mecanismos de control externo y la capacitación de los agentes del Instituto Nacional de Migración, exigiendo que se difundan los derechos de los migrantes y se dé acceso a periodistas y defensores a las estaciones migratorias, además de demandar la agilización de los mecanismos de denuncia ante instancias oficiales que permitan la sanción de agentes que abusan de sus funciones.

En anteriores colaboraciones lo he dicho y hoy lo repito: la lucha de las organizaciones defensoras de los derechos humanos debe seguir hasta lograr la plena erradicación del trato cruel y arbitrario que se inflige a los migrantes procedentes de Centroamérica. Las autoridades mexicanas, en vez de molestarse o pensar en tomar represalias contra los defensores de los derechos humanos, deberían de comenzar a reconocer que los migrantes son, ante todo, seres humanos con derechos que merecen ser respetados.

Publicado el sábado 18 de octubre en los diarios La Prensa JaliscoEl Mexicano de Tijuana



Twitter: @armayacastro



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