jueves, 3 de abril de 2014

JUAN PABLO II Y SUS CONTRADICCIONES

Por Armando Maya Castro

Juan Pablo II, el próximo santo de la Iglesia católica, proclamó amar a los niños católicos, pero hizo muy poco para protegerlos de los curas pederastas

Ayer se cumplieron nueve años del fallecimiento de Juan Pablo II, quien fue elegido pontífice romano en el segundo cónclave de 1978, provocado por la repentina muerte del papa Juan Pablo I. El cónclave en cuestión fue aperturado el 14 de octubre de ese año y terminó dos días después, luego de ocho escrutinios. 

El día de su elección –16 de octubre– tras escoger el nombre de Juan Pablo II, Karol Wojtyla se dirigió al balcón de la basílica de San Pedro y habló desde ahí a la multitud: "Y ahora los eminentísimos cardenales han llamado a un nuevo obispo de Roma. Lo han llamado de un país lejano... Lejano, pero siempre muy cercano por la comunión en la fe y en la tradición cristiana" (Andrea Riccardi, Juan Pablo II: la biografía, San Pablo, Madrid, 2011).

Comenzó así un pontificado que –en la opinión del suizo Hans Küng –, "no es el más grande, pero sí el más contradictorio del siglo XX". En el marco de los 25 años de Juan Pablo II como máximo jerarca del catolicismo, el teólogo antes mencionado hizo público el carácter contradictorio de aquél, manifestado en diez complejos ámbitos de problemas:

1. “El mismo hombre que defiende de puertas afuera los derechos humanos los niega de puertas adentro a obispos, teólogos y mujeres, sobre todo…”. 2. “Un gran admirador de María que predica excelsos ideales femeninos, pero que rebaja a las mujeres y les niega la ordenación sacerdotal…”. 3. “Un predicador en contra de la pobreza masiva y la miseria del mundo que, sin embargo, con su posición sobre la regulación de la natalidad y la explosión demográfica, es corresponsable de esa miseria…”. 4. “Un propagandista de la imagen del sacerdocio masculino y célibe que es corresponsable de la catastrófica escasez de curas, el colapso del sacerdocio en muchos países y el escándalo de la pedofilia en el clero, que ya es imposible encubrir...”. 5. El impulsor de un número inflacionista de beatificaciones lucrativas que al mismo tiempo, con poder dictatorial, insta a su Inquisición a actuar contra teólogos, sacerdotes, religiosos y obispos desafectos…”. 6. “Un panegirista del ecumenismo que, sin embargo, hipoteca las relaciones con las iglesias ortodoxas y reformistas e impide el reconocimiento de sus sacerdotes y la comunidad eucarística de evangélicos y católicos…”. 7. “Un participante en el Concilio Vaticano II que desprecia la colegialidad del Papa con los obispos, decidida en ese concilio, y que vuelve a celebrar en cada ocasión que se presenta el absolutismo triunfalista del papado…”. 8. “Un representante del diálogo con las religiones del mundo, a las que simultáneamente descalifica como formas deficitarias de fe…”. 9. Un poderoso abogado de la moral privada y pública y comprometido paladín de la paz que, al mismo tiempo, por su rigorismo ajeno a la realidad, pierde credibilidad como autoridad moral…”. 10. El Papa, que en el año 2000 se decidió con dificultad a reconocer públicamente sus culpas, apenas ha extraído las consecuencias prácticas…”.

La contradicción número cuatro, que ha sumido a la Iglesia católica en una de sus peores crisis, nos lleva a preguntarnos si Juan Pablo II merece ser canonizado. Los que conocen la protección que éste le dio a Marcial Maciel, el criminal sexual más grande en la historia de la Iglesia católica mexicana, opinan que Wojtyla no debe ser canonizado. Piensan de la misma manera las personas que conocen el informe que el Comité para los Derechos de los Niños de la ONU expidió el pasado 31 de enero, evidenciando en el mismo la política poco colaboradora del Vaticano y su actitud omisa en los casos de pederastia clerical.

Uno de los que se oponen a dicha canonización es el ex sacerdote Alberto Athié. Así lo demostró la respuesta que dio a Rodrigo Vera –del semanario Proceso– cuando éste le preguntó si Jorge Mario Bergoglio está obligado a suspender la canonización, y si ésta puede interpretarse como un desacato a las recomendaciones de la ONU: “El papa Francisco –señala Athié– debería sopesar muy bien los antecedentes del futuro santo y no dejarse llevar sólo por quienes impulsan la canonización. Pero finalmente él tomará la decisión que le plazca. Será responsabilidad suya. Nosotros desde hace tiempo intentamos impedir incluso la beatificación, paso previo para ser canonizado. Pero la Congregación para la Causa de los Santos y la Congregación de la Doctrina de la Fe determinaron que no había impedimentos para hacerlo beato... y lo beatificaron” (Proceso, 8 de febrero de 2014).

En México no sólo Athié y las víctimas de Maciel se oponen a que Juan Pablo II sea canonizado. Están en contra de esa canonización las personas que saben que mantuvo activo a clérigos como el cardenal Bernard Law, encubridor de más de 150 curas pederastas en Estados Unidos. A propósito del tema, recuerdo que cuando el papa Francisco comenzó su pontificado se indignó cuando se cruzó con Law en El Vaticano. ¿Sería por los antecedentes de éste como protector de curas pederastas? Si fue por eso, surge la pregunta: ¿por qué no le indigna del mismo modo el proyecto de canonización de Wojtyla? En mi opinión la indignación debería ser similar, pues Law y Juan Pablo II cometieron el mismo delito: proteger curas pederastas. 

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