viernes, 29 de noviembre de 2013

LOS CRISTIANOS, AYER Y HOY

Por Armando Maya Castro
Los cristianos de hoy (Foto: La Jornada)
El título de cristianos se asignó por primera vez a los discípulos de Cristo en Antioquía (Asia Menor). Algunos exegetas de la Biblia opinan que el término fue utilizado por los incrédulos para referirse despectivamente a los miembros de la Iglesia primitiva, quienes sufrían éste y otros embates de las personas y grupos intolerantes de aquellos tiempos.

Prueban la naturaleza despectiva del término las palabras que el rey Agripa –un judío incrédulo– expresara a san Pablo: "Por poco me persuades a ser cristiano" (Hechos 26:28). La mofa patente de sus palabras no indica que aquel monarca considerara honroso y respetable ese título.

Pese al uso desdeñoso del término, los apóstoles de Jesucristo no rechazaron jamás el calificativo por su origen intolerante, antes bien exhortaron a los fieles de la Iglesia primitiva a honrar con su comportamiento dicha identificación, debido a la estrecha relación espiritual que tenían con Cristo, de quien deriva el nombre en cuestión.

En diversos textos del Nuevo Testamento se pueden observar esas exhortaciones apostólicas. Una de ellas es de la autoría del Apóstol Pedro y fue dirigida a los fieles de la Iglesia Universal en los siguientes términos: “Pero si alguno padece como cristiano, no se avergüence, sino glorifique a Dios por ello (1 Pedro 4:16).

Consejos como estos lograron la formación de hombres y mujeres que se sentían altamente orgullos de ser cristianos e imitadores del inmaculado ejemplo de Cristo, cuyo intachable comportamiento fue admirado por los hombres de su tiempo y reconocido por Dios de principio a fin. Al inicio de su ministerio, así como en la recta final del mismo, Jesucristo escuchó estas palabras de reconocimiento de parte del Altísimo: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia” (Mateo 3:17).

Las Sagradas Escrituras refieren que los cristianos de aquel tiempo se caracterizaron por llevar una vida semejante a la de Jesucristo el Hijo de Dios, quien procedió ejemplarmente esperando que sus discípulos procedieran como Él: “Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis” (Juan 13:15).

Los hombres y mujeres que eran incorporados por el bautismo a la Iglesia de Dios hacían su mejor esfuerzo para cumplir con el encargo de Cristo. Comenzaban a hacerlo desde el principio, procurando vivir, sentir, hablar y pensar como Cristo.

El tema de este día me lleva a recordar una de las exhortaciones del Apóstol de Jesucristo, Doctor Samuel Joaquín Flores, en referencia a la vida de los primitivos cristianos. La exhortación que en esa ocasión dirigió a los fieles de la zona metropolitana de Guadalajara destacó la verticalidad de los cristianos del siglo I, quienes tenían como regla cotidiana –explicó– preguntarse lo siguiente antes de actuar: “¿y lo que voy a hacer, lo haría Cristo?”.

El sometimiento a esta regla logró la formación espiritual de verdaderos cristianos, quienes se distinguieron por ser sensibles a la Palabra de Dios, aspecto que hizo posible que la mayoría de ellos fueran no sólo buenos cristianos, sino también ciudadanos ejemplares en todo momento y circunstancia.

Hablar de los primitivos cristianos es hablar de mujeres y hombres íntegros en la fe, santos en la vida, obedientes a la doctrina y valientes en la predicación del Evangelio.

Algunos pensarán que esa clase de cristianos ya se extinguieron y que es imposible encontrarlos en un tiempo de decadencia moral como el nuestro. Quienes así piensan pasan por alto que el Ser que en el pasado logró formar esa clase de cristianos conserva inalterable su poder, lo que le ha permitido formar en este tiempo cristianos como los que hubo en la Iglesia primitiva. Me parece importante concluir el tema recordando las palabras que en el siglo I fueron dirigidas a los Hebreos: “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos” (Hebreos 13:8).



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