martes, 22 de octubre de 2013

LA DIVERSIDAD RELIGIOSA Y SUS ADVERSARIOS



Por Armando Maya Castro
 

La intolerancia religiosa produce a diario innumerables atropellos a los derechos humanos de los miembros de las minorías religiosas. Es urgente que los Estados realicen un mejor trabajo para lograr la erradicación de este penoso mal, causante de polarización, dolor y muerte en muchas naciones de la tierra
Son verdaderamente preocupantes las reacciones que la diversidad religiosa genera en México y en el mundo. En distintas partes de la tierra puede observarse que el surgimiento y crecimiento de los grupos religiosos numéricamente minoritarios genera actitudes de rechazo e intolerancia de parte de las religiones dominantes, interesadas en conservar monopolios y privilegios, así como su posición de supremacía religiosa.

La falta de respeto y aceptación a la pluralidad religiosa por parte de las religiones hegemónicas como el catolicismo, hinduismo, budismo e islamismo, ha dado origen a innumerables actos de discriminación e intolerancia por motivos de religión, males que es necesario erradicar de nuestro mundo y de nuestro entorno con la fuerza de la ley.

Lamentablemente, los autores de estos absurdos e injustificables actos de intolerancia agreden física, verbal y sicológicamente a las personas y grupos que discrepan de su forma de pensar y creer, convirtiéndolas en blanco de sus ataques. Estoy hablando, evidentemente, de los fanáticos intolerantes que viven a lo largo y ancho del mundo, atropellando en nombre de un Dios o de una religión los derechos humanos de los integrantes de las demás religiones.

La intolerancia religiosa se manifiesta en acciones crueles, como las que sufre actualmente un grupo de evangélicos de San Juan Bautista Cuicatlán, Oaxaca, a quienes los católicos de dicha comunidad amenazaron con cortarles el suministro de agua para sus cultivos por negarse a cooperar con las fiestas del “santo patrono” de la localidad. Samuel Sánchez Mazas, director  general de la asociación religiosa “Más que Vencedores”, señaló que al suspender el abasto de agua para cultivos, las familias evangélicas no podrán sembrar y cosechar sus campos, por lo que el problema es “grave” si se toma en cuenta que subsisten de la agricultura de autoconsumo.

Casos como estos abundan en los estados de Oaxaca, Chiapas y Puebla, pero también en países como Nigeria, Irak, Egipto, Somalia, etcétera, en donde los grupos católicos minoritarios han sido perseguidos con crueldad extrema por la mayoría musulmana.  En estos y en muchas otras naciones del mundo, la intolerancia religiosa es un problema vivo y lacerante, un problema que reclama urgente solución. 

La intolerancia religiosa, aparte de generar asesinatos, injurias, saqueos, golpizas salvajes, despojo de tierra, expulsiones masivas, destrucción de templos, etcétera, se manifiesta también en epítetos utilizados en sentido despreciativo para criticar a ciertos grupos religiosos, atentando así contra los derechos humanos de los integrantes de las minorías religiosas. Entre los calificativos que más prefieren los intransigentes en cuestión se halla el término secta, utilizado para descalificar a la pluralidad religiosa. Esta palabra, que en el léxico popular ha adquirido una connotación peyorativa, de burla y menosprecio, se emplea para denostar a los grupos religiosos minoritarios. 

Este término es utilizado también en el Islam. En el contexto de esta religión, “el  término ‘secta’ se puede usar en un sentido clásico para referirse a pequeños grupos que abrigan ideas teológicas particulares que se desvían de la norma general; también se puede emplear este término con el sentido habitual en las modernas lenguas occidentales de ‘denominación disidente’ o ‘grupo cismático que sostiene una doctrina particular’, aplicado al caso del Islam” (Seyeed Hossein Nasr, El Corazón del Islam, Kairos, S.A., Barcelona, 2007, p. 93).

El monitoreo diario de las noticias de índole religioso me he permitido conocer la cantidad y gravedad de los casos de intolerancia religiosa. Esto me lleva a asegurar, sin temor a equivocarme, que se trata de un problema altamente preocupante, que exige que todos los sectores de la sociedad se involucren y unifiquen esfuerzos. El involucramiento de todos es fundamental si queremos ser parte del robustecimiento de la libertad religiosa y de la reducción de los casos de intolerancia y discriminación religiosa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario