martes, 15 de octubre de 2013

EL DALAI LAMA Y LA EDUCACIÓN RELIGIOSA

Por Armando Maya Castro
Foto: mexico.cnn.com
En la Arena Ciudad de México, el Dalai Lama dictó la conferencia "Valores humanos fundamentales en la educación contemporánea", afirmando que quienes cursan estudios en las instituciones educativas tienen una orientación que termina produciendo individuos hacia el materialismo. Un día antes acudió a la Universidad Pontificia de Mexico, donde estuvo acompañado de los obispos Onésimo Cepeda y Raúl Vera, así como de Mario Ángel Flores Ramos, rector de esta casa de estudios

Desde su establecimiento en el siglo XIX, la educación laica ha enfrentado a un poderoso enemigo: la Iglesia católica. Sus jerarcas, interesados en el retorno de la educación confesional a las escuelas públicas, han buscado la manera de suprimir el valiosísimo legado de Benito Juárez, quien legisló por y para México, buscando que la educación de los mexicanos fuera laica.

En coherencia con las líneas trazadas por los papas Gregorio XVI y Pío IX en las encíclicas Mirari vos (1832), Quanta cura (1864) y Syllabus (1864), la jerarquía católica ha cuestionado por más de 150 años el carácter laico de la educación. Embestidas similares las ha recibido también de los sectores más duros de la derecha, interesados en mandar al archivo muerto la obra de Juárez, lo que les permitiría otorgar mayores privilegios a la Iglesia católica.

Esta vez no me referiré a los dichos y acciones de los jerarcas católicos y políticos partidarios de la educación religiosa. Me referiré a lo que dijo el XIV Dalai Lama del Tíbet durante su conferencia “Valores humanos fundamentales en la educación contemporánea”, dictada ante poco más de 15 mil asistentes reunidos en la Arena de la Ciudad de México.

Sin cuestionar abiertamente la educación laica, el líder espiritual tibetano dijo que la enseñanza perdió los valores internos cuando las iglesias dejaron de perder el dominio en las instituciones educativas: “Se separó la parte de la educación de la parte de la Iglesia, entonces en las instituciones educativas se educaba a las personas pero los valores morales y humanos, esos corrían por cuenta de la religión. El poder de la religión fue disminuyendo y lo que quedó con mayor prevalencia fue un sistema educativo en el cual lo que se enfatiza es el desarrollo de la persona, pero sin cuidar demasiado los valores humanos y morales. Como resultado de esto, todos los que cursan estudios en esas instituciones educativas tienen una orientación que termina produciendo individuos orientados hacia el materialismo” (La Jornada, 13 de octubre de 2013).

No sé si la jerarquía católica vaya a querer sacar provecho de las declaraciones del Dalai Lama, quien también dijo que el sistema educativo está omitiendo la incorporación de valores que antes bien impartía la religión en las aulas. Es probable que el clero aproveche estas afirmaciones tomando en cuenta que lo expresado por el líder espiritual tibetano favorece la tradicional postura de la Iglesia católica en pro de la educación religiosa.

Ante esto, me veo en la necesidad de escribir nuevamente sobre la educación pública de carácter laico a cargo del Estado, la ideal en un país como el nuestro, donde la pluralidad religiosa es un hecho irrefutable. Esta realidad nos la confirma la propia Secretaría de Gobernación, quien hasta el pasado 5 de agosto había otorgado el registro a 7 mil 869 asociaciones religiosas.

Por respeto a esa diversidad religiosa, las escuelas públicas no pueden ni deben ser el espacio para transmitir valores religiosos. Esto puede y debe hacerse en los hogares y en los templos destinados al culto. Enseñar religión es un asunto exclusivo de los padres de familia y de los ministros de las distintas religiones, no del Estado ni de los profesores a su servicio.

Respecto a lo expresado por el Dalai Lama, debo decir que le asiste la razón cuando señala que la descomposición social actual es consecuencia de la crisis de valores. En lo que no la tiene es cuando afirma que estos problemas se deben a que el sistema educativo está omitiendo la incorporación de valores humanos que antes impartía la religión en las aulas. Si así fuera, los países europeos donde la asignatura de religión es obligatoria y evaluable, no tendrían los problemas de corrupción y violencia que actualmente tienen.

Imagino que el líder espiritual tibetano, quien realiza su cuarta visita a México, conoce perfectamente bien la composición plurirreligiosa de la nación mexicana. Si no es así, ahí está la información que proporciona la Secretaría de Gobernación, prueba contundente de que México dejó de ser, desde hace más de un siglo, un país uniformemente católico.

Nadie puede negar la importancia de los valores universales y su contribución en el desarrollo de los seres humanos. Lo preocupante es que la necesidad de estos valores sea utilizada para consumar un proyecto educativo que intenta introducir elementos religiosos a una educación que por mandato constitucional debe ser laica.

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