sábado, 1 de junio de 2013

LOS DERECHOS DE LAS MUJERES



Por Armando Maya Castro
La lucha a favor de los derechos de las mujeres ha dado buenos resultados, pero se debe hace mucho más para lograr la total erradicación de la violencia de género
Tiene razón la historiadora Patricia Galeana al afirmar que “la lucha de las mujeres en México por el reconocimiento de sus derechos ha sido larga y difícil, y aún no concluye”. En esta prolongada lucha, hay que reconocerlo, se han hecho importantes esfuerzos para generar una cultura de respeto a la persona humana, más allá de su sexo, etnia, religión e ideología.

La Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer, aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas, el 20 de diciembre de 1993, define la violencia contra la mujer como: “Todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada” (Artículo 1°).

Este importante instrumento internacional señala que la violencia contra la mujer “constituye una manifestación de relaciones de poder históricamente desiguales entre el hombre y la mujer, que han conducido a la dominación de la mujer y a la discriminación en su contra de parte del hombre e impedido el adelanto pleno de la mujer”. La Declaración enuncia, asimismo, una serie de medidas que deben adoptar los Estados para prevenir la violencia contra las mujeres, exigiéndoles condenar dicha violencia sin “invocar ninguna costumbre, tradición o consideración religiosa para eludir su obligación de eliminarla”.

En nuestro querido México, un importante avance en este sentido se dio con la promulgación de la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, “que tiene por objeto establecer la coordinación entre la Federación, las entidades federativas, el Distrito Federal y los municipios para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres”. Se trata de una ley que ha sido considerada como una de las más avanzadas en toda la región iberoamericana. 

Lo lamentable del caso es que la legislación nacional e internacional, orientada a proteger los derechos de las mujeres, no ha logrado la total erradicación de esta clase de violencia

El arraigo de la violencia de género se debe principalmente a los temores que en el pasado se apoderaba de las mujeres, las cuales no se atrevían a denunciar ni a cuestionar el salvajismo que los hombres desplegaban en su contra. En aquellos tiempos, la violencia era vista como válida, pues se hallaba enmarcada dentro de las normas sociales y culturales que determinaban el papel y los deberes del hombre y la mujer.

Las mujeres no tenían derechos, eran discriminadas con frecuencia y relegadas a un trato desigual. Las autoridades no reconocían ni documentaban las violaciones a los derechos de las mujeres, quienes tenían que sufrir en silencio las arbitrariedades perpetradas por los hombres. La falta de respuesta de parte del Estado dejaba a las mujeres en un estado de vulnerabilidad, marginación e indefensión.

Por fortuna, en la década de los años 90 se reconoció que este tipo de violencia es un asunto público que viola los derechos humanos de la mujer. El problema persiste todavía, pero hay que reconocer que hoy por hoy el panorama es otro, gracias a que las voces femeninas han alzado la voz para denunciar a aquellos que, a pesar de lo que establece la ley, tienen el concepto equivocado de que el hombre ha sido, es y será superior a la mujer.

Las mujeres de nuestro tiempo saben que son dignas del respeto de sus parejas y de sus hijos, así como de los demás miembros de la familia y de la sociedad. Ahora se respeta más que antes su derecho a decidir libremente sobre sus actividades, el número y espaciamiento de sus hijos, sus estudios y el uso de su tiempo libre.

Un considerable número de mujeres de nuestro tiempo comparten con su pareja la responsabilidad familiar; expresan libremente sus opiniones y emociones sin que se coarte su libertad de expresión; denuncian los abusos de los que son objeto, así como las acciones de humillación pública o privada en agravio de ellas.

Todos estos avances son el resultado de la valiente lucha que las mujeres emprendieron en busca del respeto pleno de sus derechos. La empresa no ha sido fácil, pero la fortaleza de ellas y su admirable perseverancia han logrado estas y otras muchas conquistas.


@armayacastro

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