martes, 2 de abril de 2013

RESPETO A LA DIVERSIDAD RELIGIOSA



Por Armando Maya Castro



Por respeto a la diversidad religiosa existente en nuestro país, la religión debe permanecer fuera de las escuelas públicas

La escuela pública es un espacio ideal para el alumnado de un pueblo religiosamente plural como el nuestro. Es un sitio creado para el aprendizaje, no para la oración ni para la práctica de actos religiosos que se exponen a los estudiantes como tradiciones mexicanas y como símbolo de identidad nacional. De ahí la importancia de la educación laica, una de las conquistas sociales más importantes del siglo XIX. 

Durante la presidencia de Sebastián Lerdo de Tejada, se elevaron a rango constitucional las Leyes de Reforma, mediante la Ley de Adiciones y Reformas del 25 de septiembre de 1873, postulando, entre otros, el siguiente principio: "El Estado y la Iglesia son independientes entre sí. El Congreso no puede dictar leyes estableciendo o prohibiendo religión alguna", (Artículo 1).

Este principio consagró formalmente la separación del Estado y la Iglesia en México, y dio origen al Estado laico que, en la opinión del sociólogo e investigador Roberto Blancarte Pimentel, "es la mejor garantía de la libertad religiosa". Sin Estado laico se suprime el derecho de libertad religiosa, así como las demás libertades que de él emanan.

El 10 de diciembre de 1874, Lerdo de Tejada suprimió la enseñanza religiosa en cualquier establecimiento educativo, incluyendo las escuelas sostenidas con fondos particulares (privadas). En esa fecha estableció, mediante decreto, la enseñanza laica, cuyos valores y principios contribuyen al respeto de las creencias, costumbres y actos del estudiante. Este modelo de educación impulsa, asimismo, los valores fundamentales para una sana convivencia entre el alumnado.

El artículo 3° de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos establece que la educación que imparta el Estado debe ser laica, y que el criterio que orientará a la misma “se basará en los resultados del progreso científico, luchará contra la ignorancia y sus efectos, las servidumbres, los fanatismos y los prejuicios”. 

En los planteles oficiales, la educación debe ceñirse al anterior ordenamiento jurídico, manteniéndose "por completo ajena a cualquier doctrina religiosa". Por respeto a la libertad de conciencia de los alumnos, la educación religiosa debe quedar fuera de las escuelas y en manos de los padres de familia, quienes pueden solicitar, si lo estiman conveniente, el apoyo de sus guías espirituales para educar religiosamente a sus hijos.

Hasta hoy, el artículo 24 constitucional establece la libertad de creencias en los siguientes términos: "Todo hombre es libre para profesar la creencia religiosa que más le agrade y para practicar las ceremonias, devociones o actos del culto respectivo, siempre que no constituyan un delito o falta penados por la ley". Conforme a este artículo –actualmente en proceso de reforma– el Estado mexicano debe garantizar con absoluta imparcialidad el respeto a las creencias religiosas de los habitantes de México, permitiéndoles asumir los principios y reglas de conducta de su fuero interno. 

Es obligación de las autoridades respetar puntualmente las creencias religiosas de sus gobernados, sin caer en la tentación de imponer a éstos sus convicciones religiosas personales. Una acción así violentaría el artículo 130 constitucional, que establece el principio histórico de la separación del Estado y las Iglesias. Estará de acuerdo conmigo que una imposición de esta naturaleza sería contraria al Estado laico, así como al principio de igualdad jurídica de las asociaciones religiosas.

En México, la pluralidad religiosa es un rasgo distintivo de nuestra sociedad, en la que se hallan presentes un gran número de corrientes religiosas. Prueba de esta pluralidad son las siete mil 791 asociaciones religiosas registradas ante la Secretaría de Gobernación, cifra que nos permite asegurar que México es un país con una diversidad religiosa digna de respeto.


Este artículo fue publicado en la edición impresa del diario El Mexicano, el sábado 30 de marzo de 2013

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