jueves, 29 de noviembre de 2012

LA EDUCACIÓN LAICA, UNA CONQUISTA AMENAZADA



Por Armando Maya Castro

Educación laica, por respeto a la diversidad religiosa

A millones de mexicanos nos preocupa la postura de los legisladores que han aprobado la reforma del artículo 24 constitucional, así como la de algunos actores políticos que, sin tener alguna responsabilidad legislativa, se han mostrado partidarios de tal reforma, restándole importancia al daño que dicha modificación le ocasiona al Estado laico y a la educación que en el marco del mismo se imparte.

Nos preocupa, y mucho, lo que algunas voces han señalado a lo largo del presente año en el sentido de que Enrique Peña Nieto está a favor de la reforma del artículo 24, cuya redacción fractura la laicidad del Estado y de la educación, además de echar por tierra las Leyes de Reforma, mismas que establecieron, entre otras cosas, la separación del Estado y las Iglesias. Todas estas leyes, explica el investigador Roberto Blancarte, “conducían a que se estableciera la libertad de creencias y de culto, desde el momento que el estado dejaba de ser el brazo secular de la Iglesia [católica] y se convertía de hecho en el garante de la libertad de conciencia de cada individuo”. 

Del sexenio de Carlos Salinas de Gortari a la fecha, la Conferencia del Episcopado Mexicano ha ejercido fuerte presión sobre los Poderes Ejecutivo y Legislativo en el afán de lograr los cambios constitucionales que les permitan recuperar y ampliar los privilegios de antaño. En el año 2000, Vicente Fox Quesada se comprometió, mediante el llamado "decálogo de campaña", a realizar las reformas constitucionales que exigía el clero. No logró cumplir su palabra debido a la conformación del Congreso de la Unión, pero las intenciones foxistas fueron de todos conocidas.

El Estado laico recibió el golpe más severo el 15 de diciembre de 2011, fecha en que los grupos parlamentarios del PRI y PAN aprobaron en fast track la reforma del artículo 24 constitucional. Ese día, la nota de un importante diario de circulación nacional señalaba: “La reforma, confiaron diputados del tricolor, fue comprometida por Enrique Peña Nieto a la cúpula de la Iglesia católica”, léase nunciatura apostólica, Conferencia del Episcopado Mexicano y la Arquidiócesis.

El 28 de marzo del presente año, la dupla PRI-PAN avaló la reforma del artículo 24 constitucional, a pesar de reconocer las deficiencias de redacción de la citada modificación. El Senador Pablo Gómez calificó la modificación como una “revoltura innecesaria”. Luego, ante el pleno senatorial, el legislador perredista aseguró que la reforma fue pactada con el alto clero por el entonces candidato presidencial del PRI.

Nuestra preocupación por dicha reforma sigue vigente pese a las declaraciones que Enrique Peña Nieto hiciera el pasado 19 de abril. Ese día, el ahora presidente electo de México dijo a un grupo de obispos católicos: "Evidentemente el Estado laico no significa, un Estado antirreligoso; significa un Estado con garantías para que cualquier mexicano pueda tener la libertad de credo, de religión e ideología, esta es la condición del Estado laico y como tal me he pronunciado por mantener esta condición y garantizar la libre profesión de fe o religión de cualquier mexicano". 

Nos preocupan las aspiraciones de la jerarquía eclesiástica tendientes a recuperar el monopolio educativo que la Iglesia católica tuvo en la época colonial y en las primeras décadas del México independiente. Nos preocupa que, con una sesgada interpretación del término “libertad religiosa”, se pretenda el retorno de la educación católica a las escuelas públicas, argumentando que la religión es parte fundamental de dicha libertad. 

Insisto en lo que antes he señalado en este mismo espacio: las leyes mexicanas nunca nos han prohibido instruir religiosamente a nuestros hijos, siempre y cuando lo hagamos en los hogares, o bien en los templos. El trabajo de instruir religiosamente es competencia de los padres de familia y de los ministros de culto, no de los educadores al servicio del Estado. Recordemos que las escuelas públicas son espacios donde confluyen niños con diferentes creencias religiosas, todos ellas dignas de respeto. 


@armayacastro



Publicado en el diario El Occidental, el 29 de noviembre de 2012




  




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