martes, 11 de septiembre de 2012

LA EDUCACIÓN LAICA EN LAS ENCÍCLICAS PAPALES



Por Armando Maya Castro

Algunas personas, sin aportar ninguna prueba, han afirmado que la Iglesia católica no es enemiga de la educación laica; sin embargo, cuando se les recuerdan las encíclicas papales que prueban la postura tradicional del catolicismo respecto a la instrucción que se imparte en las escuelas públicas de México, la respuesta de esas personas ha sido: eso fue en el pasado; la postura actual de la Iglesia es otra. 

En este espacio intento demostrar que la Iglesia católica, a través de diversas encíclicas papales, ha condenado la educación laica. En 1864, el papa Pío IX emitió una encíclica siniestra y reaccionaria que tituló "Quanta cura". Como apéndice de ésta incluyó el "Syllabus Errorum", un compendio de 80 errores, en donde se condenan el matrimonio civil, el divorcio, la enseñanza laica y todas las conquistas de la doctrina liberal.

Gonzalo Redondo, en su obra "Historia de la Iglesia en España, 1931-1939" (Volumen 1), señala que "las condenas del liberalismo por Pío IX en la ‘Quanta cura’ y en el ‘Syllabus’ vinieron motivadas directamente por la nueva Constitución mexicana de 1857 y, sobre todo, por las Leyes de Reforma de Benito Juárez, de 1859”.

Cuando Porfirio Díaz asumió la presidencia de la República, el 23 de noviembre de 1876, la Iglesia católica empezó a recuperar parte de su antigua influencia en materia educativa, política y económica. El crecimiento en el número de escuelas e instituciones católicas fue uno de los privilegios que el régimen porfirista concedió al clero de la época. Respecto al tema, David Guerrero Flores, Investigador del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM), en su artículo “Estado, Iglesia y educación laica”, refiere que “el Estado porfiriano se inclinó por la conciliación con la Iglesia católica, permitiendo al clero el manejo de numerosos centros educativos. Además de las escuelas adscritas a las parroquias del clero secular, diferentes órdenes religiosas, entre las que destacaron lasallistas, jesuitas, maristas, salesianos, josefinas, teresianas, guadalupanas, ursulinas y hermanas de la caridad, desplegaron una intensa actividad magisterial”. 

Pese a que los liberales que rodeaban a Porfirio Díaz defendían la educación laica, ésta dejó de representar una amenaza para los clérigos católicos, quienes tenían libertad casi plena de impartir enseñanza confesional en los centros educativos abiertos por la Iglesia católica.  

A partir de la promulgación de la actual Constitución las cosas cambiaron y la tensión entre la Iglesia católica y el Estado fue la nota dominante. El Congreso Constituyente de 1917 desconoció la personalidad jurídica de la Iglesia católica y redactó diversos artículos que aislaron a la jerarquía eclesiástica de aquellos espacios que en el porfiriato le fueron favorables para sus acciones e influencia en materia política y educativa. 

El clero católico mexicano reaccionó en contra del contenido de los artículos 3° y 130, en donde “se reiteraba la separación de la Iglesia y el Estado, el carácter público y gratuito de la educación laica, sujetando al interés soberano de la nación, no sólo a la Católica, sino a todas las demás iglesias habidas y por haber dentro del territorio nacional”. Las protestas del episcopado, y la encíclica Divini Illuis Magistri, del papa Pío XI, demostraron que la postura de la Iglesia católica en relación con la educación laica seguía siendo exactamente la misma que en el tiempo del Syllabus. 

Este papa estaba convencido de que el laicismo era la causa del deterioro de las costumbres sociales. Por ello dedicó la encíclica antes mencionada, advirtiendo, entre otras cosas, sobre los peligros de la educación llamada laica o neutra, que intenta excluir a Dios y a la religión de la enseñanza.

La encíclica en cuestión enseña, entre otras cosas, que la escuela laica excluye la religión y es, en consecuencia, “contraria a los principios fundamentales de la educación”. El documento de Pío XI renueva y confirma las declaraciones de Pío IX y León XIII sobre la educación laica, así como “las prescripciones de los Sagrados Cánones en que la asistencia a las escuelas acatólicas, neutras o mixtas, es decir, las abiertas indiferentemente a los católicos y a los no católicos sin distinción, está prohibida a los niños católicos, y sólo puede tolerarse, únicamente a juicio del Ordinario, en determinadas circunstancias de lugar y tiempo y con especiales cautelas...”.

Actualmente, la postura de la Iglesia católica sigue siendo en contra de la educación laica y a favor de la educación religiosa. Eso explica por qué le interesa a dicha institución la aprobación de la reforma del artículo 24 constitucional, restándole importancia al hecho de que en las escuelas públicas no deben tratarse temas religiosos por respeto a la diversidad de creencias del alumnado. 

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